RINCÓN del TIBET

No estoy acá para impresionar a nadie, ya lo entendí

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Y finalmente entendí que no estoy acá para impresionar a nadie…

Puede que haya tardado un poco en darme cuenta de que la única impresión y aprobación importante para mí debe ser la que yo misma tenga, que a quien debo impresionar es a mí misma, que los esfuerzos deben estar asociados a lo que yo quiero para mi vida, no a lo que alguien más espera de mí.

Agradezco a todos los que de manera sana quieren lo mejor para mí, gracias por todas las sugerencias, gracias por el apoyo y quizás por hacerme ver las cosas desde un punto de vista totalmente distinto al mío, lamento si llego a desilusionarlos, pero he entendido que a pesar de sus buenas intenciones, yo no soy un anexo de sus sueños, que no estoy acá para impresionar a nadie ni a convertirme en lo que ustedes quieran. Estoy acá para ser yo, con mis aciertos y equivocaciones… y sobre todo para amarme en todas las fases del proceso.

Quizás algunos entiendan que cada uno tiene la posibilidad de luchar por lo que quiere, de encontrar su propósito, de darle un propio sentido a su vida, que no dependa de satisfacer a los demás. Los que no, los invito a reflexionar sobre este punto, a preguntarse qué sería de sus vidas si no les importara la opinión de los demás, si no estuviesen esperando la aprobación de nadie, si solo se enfocarán en hacer lo que realmente les hace felices a ustedes.

Lo ideal sería que haciendo lo que amamos, quienes nos quieren, que son los que podrían acercarse a ser considerados para influir en nuestras vidas, se sintieran satisfechos con nuestra felicidad, que no necesariamente tiene que estar asociada a las expectativas que pudiesen tener de nosotros.

Vivir y dejar vivir es una de las mejores maneras de interactuar, vivir nuestras vidas procurando lo mejor para nosotros, considerando no dañar a nadie con nuestras acciones y decisiones y darle la libertad a quienes forman parte de nuestras vidas de también vivir sus vidas como mejor les convenga es la base del respeto.

A fin de cuentas esta experiencia es corta y tardarnos mucho en darnos cuenta de que no es satisfactorio ir por la vida impresionando a otras personas distintas a nosotros mismos, puede incluso ser triste y frustrante. Así que mientras más pronto tomemos consciencia del regalo que se nos ha dado, más rápido podremos enfocarnos en lo que nos dicta nuestro corazón, aunque esto inclusive represente decepción de algunos.

Quien bien nos quiere nos aceptará, nos apoyará y nos impulsará a vivir nuestras vidas a plenitud, nuestra felicidad será la de ellos. Los que no saben querer y quieren intervenir en quienes somos de acuerdo a lo que ellos consideran mejor, deberán adaptarse a una nueva manera de ser, cargada de amor propio y autorespeto.

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