Vivamos y que pase lo que tenga que pasar…
Muchas veces queremos controlarlo todo en nuestras vidas, cómo y cuándo ocurrirán las cosas, qué sentiremos, a qué edad haremos algo, con quién nos relacionaremos, de qué nos daremos la oportunidad… Vivimos proyectándonos a futuro, estudiando, trazando las rutas a seguir, mientras que nuestra vida pasa en medio de una planificación, obteniendo resultados que se ajustan o no a lo que queríamos en un inicio, sintiendo frustración o una felicidad efímera.
Cuando nos damos un poco de libertad, cuando nos permitimos cerrar el libro de ruta y solo nos dedicamos a vivir, es cuando somos realmente capaces de apreciar las realidades, de ver oportunidades que por estar enfrascados en un plan, no hemos ni siquiera considerado.
Probablemente deberíamos trazarnos un norte, uno que nos haga más seguro el camino, pero la realidad es que muchas veces nuestro corazón está tan claro de a dónde debe llegar, que la planificación es innecesaria, que no se necesita ninguna brújula, ni plan de ruta para llegar. Él se limita a hacernos sentir y ése es nuestro radar, cuando nos sentimos bien haciendo algo, cuando la felicidad está adentro de nosotros, a nuestro alcance, estamos sencillamente por el camino correcto.
Si por el contrario, si nos sentimos desdichados, inconformes, tristes, probablemente no nos estemos dejando guiar por nuestro corazón, en este caso debemos tomar las medidas necesarias para alinearnos con lo que nos apasiona, buscar en nuestro interior eso que nos nutre y nos hace movernos en direcciones convenientes.
Lo mejor de la vida normalmente ocurre sin buscarlo, sin esperarlo, sin planificarlo… Solo pasa y parece sospechoso que las cosas que normalmente nos marcan, nos elevan, nos hacen sentir satisfechos desde nuestra alma, no tienen nada que ver con un plan, al menos no ese plan consciente que intenta dirigir cada uno de nuestros pasos, para llevarnos frecuentemente a donde nuestro ego nos quiera llevar.
Vivamos y que pase lo que tenga que pasar… No forcemos las cosas, nada es casual, mientras menos presión coloquemos en nuestras vidas, fluiremos con mayor facilidad, escuchando, oliendo, sintiendo y saboreando la vida a nuestro paso.
La vida es el mejor regalo, independientemente de quién no las haya dado, lo importante es aprovecharla, no sabemos a ciencia cierta si existen otras oportunidades, así que por qué no disfrutar de lo que tenemos ahora, por qué no permitirle a la vida que nos sorprenda con sus maravillas y por qué limitarnos a esperar algo, cuando lo que podemos obtener puede ser mucho mejor?
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