Todo cambia cuando decides dejar de mirar un pasado doloroso y le das una oportunidad al futuro
Ciertamente muchas veces tendremos que afrontar distintos tipos de episodios que nos generen dolor emocional, la pérdida de un ser querido, la separación de quien se ama o se amó, sueños frustrados, etc… Pero nada nos hace estancarnos tanto como quedarnos sumergidos en una pena durante un tiempo prolongado, porque no nos permite mirar al futuro.
Todos tenemos diversas herramientas de las que podemos hacer uso para superar nuestro dolor, pero a veces no las utilizamos y nos estancamos en una posición que no nos permite ver el futuro, solo nos hace torturar nuestro presente recordando una pena, una tristeza, afianzándola en nuestro ser y permitiendo que nos consuma lentamente.
No podemos cambiar nuestro pasado, pero podemos tomarlo como impulso para ser más fuertes en el futuro, para conocernos, para evaluar nuestras rutas a seguir, para rectificar o sencillamente para tratar de olvidar y continuar… Así sea tomando cada uno de nuestros pedazos para reconstruirnos.
Sí, es verdad, no seremos los mismos, nuestra vida no será la misma, pero diferente no necesariamente debe ser sinónimo de peor, podemos hacernos más grandes, más fuertes, más tolerantes, con una visión más humana y más alejada del ego, podemos ser más conscientes de nuestras acciones y sus consecuencias, podemos evitar cometer los errores del pasado o aprender a perdonar a quien nos lastimó.
No podemos sentirnos ligeros en el tránsito de la vida si llevamos a nuestras espaldas el saco de vivencias que podemos seleccionar al azar para generarnos sufrimiento. Esas cargas son innecesarias, nos limitan. No podemos permitir que nada del pasado nos siga haciendo daño luego de que ya ha acontecido, quizás en ese momento no pudimos hacer nada para evitarnos ese dolor, pero ahora tenemos opciones y la principal es decidir si permitimos que nos siga afectando o lo soltamos.
Soltar no es sencillo, sentimos que todo nos define, que inclusive una pena es tan nuestra que desprendernos de ella nos genera un vacío en lo que somos, en nuestra identidad, pero debemos tomar consciencia de que nada que nos pese, ni que nos entristezca debemos mantenerlo.
Tenemos la opción de cambiar nuestra perspectiva ante algo que ocurrió, restar el drama, quitar los “si hubiese”, descargar las culpas, aprender a aceptar, ver el lado positivo o rescatable de cada uno de los acontecimientos que hemos dejado que interfieran en nuestras vidas.
Solo cuando decidamos dejar de ver al pasado con rabia, con tristeza, con dolor, reviviendo experiencias, dándoles fuerzas y participación en nuestra actualidad, será posible que podamos mirar hacia adelante, sin miedo, viviendo cada momento como lo quisiéramos recordar el día de mañana. Suelta el pasado y mentalízate a vivir un futuro provecho.