No esperes a estar 100% listo para asumir un reto
Intuitivamente sabemos el resultado de querer tener todos los flancos cubiertos antes de tomar una decisión, sabemos que probablemente nunca lleguemos a tomarla. Nunca estaremos 100% seguros de algo, desde lo más sencillo, hasta lo más trascendental. Mientras más compleja sea la decisión a tomar y nuestro nivel de madurez y análisis sea mayor, más tenderemos a esperar y esto nos puede costar dejar pasar la oportunidad.
Ciertamente no podemos ir improvisando siempre por la vida, pero debemos darnos el chance de tomar acciones, aun cuando eso represente afrontar consecuencias negativas, aun cuando los resultados disten de lo que esperamos, aun perdiendo… Porque en el peor escenario, en esa pérdida estará nuestro miedo a afrontar la vida, a asumir riesgos, a decidirnos por caminos que no necesariamente sean sencillos, pero que muy probablemente nos llevarán a donde debemos estar.
Lo más maravilloso de la vida ocurrirá fuera de nuestra zona de confort, donde nunca estaremos 100% seguro de nada, donde los análisis serán siempre insuficientes, es allí donde ocurren cosas mágicas. Cuando entendemos que lo mejor que pudimos haber hecho es arriesgarnos porque una cosa nos ha llevado a otra y todo parece encajar de manera perfecta para posicionarnos exactamente donde lo necesitamos.
La vida es un trayecto corto, esta vida quizás no nos resulte suficiente para hacer todo lo que nos gustaría, por eso debemos invertir el tiempo justo para decidirnos y que no se nos pase uno y otro tren pensando para dónde exactamente queremos ir y qué haremos allí.
Tomar riesgos y no estar seguros de los resultados es parte importante de la vida, le da ese misterio propio de la novedad y nos genera ese sustico en el estómago producto de la adrenalina que circula por nuestro cuerpo. Decidir desde la comodidad o desde el miedo quizás nos permita vivir de manera más segura, pero sin duda no muy interesante.
Hay mucho que explorar, si nos limitamos a recorrer el camino donde estas 100% seguro, más plano, más iluminado, que sabemos exactamente a dónde nos lleva, probablemente no tendremos muchos inconvenientes, pero de seguro tendremos una vida monótona, aburrida, sin sal.
Una vez que nos arriesgamos y asomamos la nariz un tanto afuera de lo que conocemos, entenderemos que el aire que se respira es ya enriquecedor, que nuestra intuición está para guiarnos y nuestra mente intenta protegernos de los peligros potenciales, pero si la controlamos un poco y seguimos al corazón pronto estaremos tomando las mejores decisiones en nuestras vidas.
Probablemente nunca estemos 100% preparados o podamos analizar todas las vertientes, pero que eso no sea un impedimento para no escuchar a nuestro corazón.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet