RINCÓN del TIBET

No es el mejor maestro el que sabe más, sino el que mejor enseña

No es el mejor maestro el que sabe más, sino el que mejor enseña

El término maestro nos lleva a pensar rápidamente en sabiduría, en conocimientos, experiencias e innumerables virtudes y capacidades, ocurre que los mejores maestros de la vida son aquellos que son capaces de transmitir los valores más nobles, sencillos y primordiales de la vida, lograr que otras personas logren comprenderlos.

Los hombre inteligentes quieren aprender. Los demás, enseñar. Chojov

 

Bien es sabido, que no todos tenemos el mismo interés por las mismas cosas, cada quien tiene una manera particular de ver la vida y el buen maestro descubre este interés, identifica esa manera, revive la intensidad de las cosas y logra plasmar en quien lo escucha o lo sigue, el verdadero sentido del aprendizaje, no es precisamente desbordarse en conocimientos lo que hace a un buen maestro, todo ser que enseña, debe tener primeramente esa capacidad, saber enseñar.

Cuando tenemos vivencias en nuestra vida, somos capaces de comprender muchas cosas, aprendemos a no emitir juicios sobre otras personas, especialmente si de alguna manera nos identificamos con sus vivencias, porque pasamos por ellas o porque de alguna manera nos relacionamos a ellas, bien dice el dicho, que solo aquel que vive las cosas es capaz de comprenderlas, podemos por ejemplo tener latente el sentido materno o paterno, sin embargo, no es sino teniendo hijos que se comprende el verdadero sentido de la maternidad y de la paternidad.

Enseñar, que es lo más bello y honroso del mundo. Martí

 

Así, nadie puede vivir por nadie, mucho menos experimentar por nadie, cada conocimiento y experiencia que albergamos, nos eleva un grado más, de amor, de sabiduría, de experiencia, buena o mala, todo tienen implícito su enseñanza, para poder transmitir a los demás lo aprendido, se debe tener la humildad de quien desea ser escuchado, sin imposiciones, sin supremacías, sin obligaciones ni juicios, sencillamente la pura atención y apertura a los demás.

La capacidad de enseñar viene aliada a nuestra disposición de aprender, en la medida en que aprendemos, sentimos la necesidad y el regocijo de transmitir a otros lo comprendido, de que los demás formen parte de esa felicidad, de ese descubrimiento, de ese saber, no es la cantidad de libros leídos lo que nos define, sabemos que los sentimientos más maravillosos son los más complejos de expresar, de manifestar, de sentir y mejor aún de hacer sentir, aquellos que tienen la capacidad de enseñar a cada quien, en su justa medida, en torno a sus necesidades y capacidades, como seres únicos y especiales, tienen un don maravilloso.

Todos somos maestros y alumnos. Pregúntate: ¿Qué vine a aprender aquí y qué vine a enseñar? Louise Hay

 

El saber puede verse de muchas maneras, hay personas que piensan o creen tener bastante experiencia sobre la vida, el amor, las personas y todo lo demás, resulta que nunca se es tan sabio como se piensa, solo aquel que mejor enseña, que respeta el criterio ajeno y aún así logra transmitir el suyo, puede llamarse maestro, con amor, con serenidad con la bondad de quien enseña a un hijo un gran camino, de aquel que es luz y así ilumina.

Personas con conocimientos, hallaremos muchas en la vida, hoy día el mundo está repleto de sabihondos, pero verdaderos maestros…pocos, en los corazones más humildes encontramos siempre a los mejores maestros.

 

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