7 Lecciones que debemos aprender de los pequeños grandes maestros
Los niños son lo más cercano a seres de luz, de los cuales debemos aprender y debemos nutrirnos a través de su inocencia, sus ocurrencias y su forma particular de ver la vida.
Es claro que debemos enseñarles a nuestros hijos lo que consideramos son las herramientas para que ellos sean lo más felices posible, pero la realidad es que si tomásemos de esos pequeños las lecciones que nos dan a través de sus actos y palabras, probablemente el mundo sería algo más cercano a un lugar de unión y armonía.
Cuáles son las enseñanzas que nos ofrecen los niños?
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Divertirse
Para los niños su vida gira en torno a la diversión, todo es un juego, tienen facilidad para reír a carcajadas y muchas veces contagiar a los adultos. Un día sin diversión, un día aburrido es casi impermisible en la vida de un niño.
Muchas veces los adultos olvidamos divertirnos, hacemos de nuestra vida una rutina, donde no hay novedad, donde no hay entusiasmo, donde nada nos mueve, permitiendo inclusive que nuestro día concluya sin siquiera haber sonreído.
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Ser persistentes
Los niños normalmente no se rinden, insisten, insisten hasta que consiguen lo que quieren.
Cuántas veces nos rendimos los adultos? Cuántas veces decimos no puedo más, no lo intentaré más, esto es muy complicado para mí?
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Perdonar fácilmente
Cuando vemos a dos niños jugar, probablemente en algún momento los veamos discutiendo por algún juguete o porque uno de ellos fue agredido por el otro, pero al cabo de minutos los vemos jugando como si nada y siendo los amigos de siempre.
A los adultos nos cuesta perdonar, nos cuesta olvidar, nos cuesta relacionarnos de la misma manera con otra persona luego de una agresión o un agravio.
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Ser curiosos
Los niños tienen esa facultad de ver el mundo con ojos curiosos, descubriendo, observando, los detalles, los colores, las formas, los sonidos, cualquier cosa llama su atención y los hace vibrar.
Mientras que los adultos probablemente pasemos a diario al lado de una obra de arte y ni siquiera notemos su color.
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Ser auténticos
Los pequeños no están pendientes de filtrar lo que piensan, son espontáneos y auténticos, dicen lo que sienten y lo que piensan.
Los adultos ahogamos nuestras palabras, guardamos silencios hasta con nosotros mismos, nos limitamos para decir e inclusive para sentir.
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Ser inocentes
En los niños vemos la cara de la inocencia y la bondad, los niños no tienen la malicia que se desarrolla con el tiempo, no entienden de dobles intenciones, falsedades o hipocresías.
Cuando nos alejamos de la niñez adquirimos “habilidades” y “conocimientos” que nos hacen desconfiar, ser precavidos y ver el mundo con un cristal más opaco.
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Vivir el presente
Los niños de forma natural se concentran en lo que están haciendo en ese momento, sin desenfocarse pensando lo que hicieron el día anterior o lo que harán al día siguiente, si están dibujando, están concentrados en ello, si juegan su mente está allí, en ese juego.
Probablemente ésta sea la mayor enseñanza que nos pueden dar los niños, vivir el presente, no gastar nuestros pensamientos en cosas que pasaron y no podemos modificar o dedicar la mayor parte del tiempo pensando en tiempo futuro, mientras nuestra realidad, que es nuestro presente, transcurre sin que lo notemos.
Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla.
Gilbert Keith Chesterton
A medida que crecemos, se nos contamina nuestra mente, adquirimos prejuicios, nos adaptamos a sociedades, aprendemos herramientas que no nos facilitan la vida, sino que nos limitan. Aprendamos de los pequeños y protejámoslos más bien, cuidando esa conexión que aún mantienen, que hace suponer que tenemos más idea de para qué estamos acá cuando somos niños.