No es necesario herir para enseñar, ni ser herido para aprender
Ciertamente la vida nos somete a muchos tipos de aprendizaje a lo largo de nuestras vidas, podemos afirmar que los que más nos marcan son aquellos que se adquieren a través del sufrimiento, estos sencillamente hacen en nuestro ser una herida y a medida que vamos cicatrizando, la lección se ve más evidente.
Afortunadamente no es la única manera de aprender y menos la única manera de enseñar, el principal canal para impartir lecciones debe ser a través del amor, en todas sus expresiones. El crecimiento que parte del amor es sublime, no es abrupto, no es invasivo y no deja en nosotros ningún tipo de malestar.
Podemos aprender de los niños a través de sus sonrisas aparentemente sin motivos, que la vida tiene muchas cosas hermosas que apreciar, aprender del que es agradecido que la queja solo es la excusa de los débiles, aprender que el amor no lo sustituye el dinero, aprender de los mayores que la edad no nos define, que hay más satisfacción en dar que en recibir… En fin, a través de la acción, de la experiencia propia y ajena, de los consejos, del compartir, de la compasión, podemos aprender las lecciones más hermosas sin que esto haga mella en nuestro corazón… De esta misma manera podemos enseñar.
Siempre tendremos a nuestro alcance oportunidades para enseñar a quienes nos rodean, solo nuestro proceder ya es una enseñanza y somos nosotros los que decidimos si la convertimos en positiva o negativa para quienes nos rodean. El ejemplo es una de las mejores formas de educar y de enseñar.
El crecimiento a través del dolor trae consigo la carga de las penas, del miedo, del resentimiento, de la frustración, de la ira, mientras se procesa la lección, luego de aceptar, luego de decidir salir del estado de sufrimiento se aprecian las cosas desde una mirada más fuerte, con mayor temple, se aprecia por contraste lo positivo de las personas y de la vida en general. Sin embargo, este tipo de aprendizaje tiene un alto costo.
Las personas que aprenden por elección o de forma impuesta a través del dolor y el sufrimiento, se ven forzadas a cubrirse con una coraza, con una armadura para protegerse, muchas veces aún con las heridas abiertas, lo que hace aún más difícil que éstas sanen.
Hay quienes piensan que solo se aprende a los golpes, esto no es cierto (afortunadamente). Inclusive aquellas personas que se han visto expuestas a grandes heridas o aquellas que se encargan de propinarlas con la finalidad de enseñar, puede que ni aprendan, ni transmitan nada respectivamente.
Solo se aprende cuando se trae a consciencia la experiencia vivida, cuando entendemos el porqué de las cosas, cuando somos capaces de estar en una situación similar y actuar de una manera diferente a como lo hemos hecho anteriormente. Tratemos siempre de obtener la lección que de una manera u otra nos presenta la vida, ya que esto es lo que verdaderamente nos hará evolucionar y nos evitará vivir nuevamente experiencias que nos pongan cara a cara con lo mismo.
Dicen que la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan. ― Camille Sée
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