RINCÓN del TIBET

La vida es un eco, lo que entregas vuelve a ti …

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La vida es un eco, lo que entregas vuelve a ti …

Partiendo del principio de que la vida es un eco, nos resulta un tanto más sencillo obtener de la vida aquello que deseamos, porque resulta que ya no dependerá de un factor externo, sino de lo que nosotros hagamos.

Lo que damos tiene que ver con lo que llevamos dentro y acá se hace presente la ley de la correspondencia y no recibiremos algo diferente a ello. Lo que nos llama la atención de los demás es lo que debemos resolver en nosotros mismos, así que prestemos la debida atención cuando admiremos mucho a alguien o sean compulsivas nuestras ganas de juzgarlo, porque nos está dando un claro mensaje de lo que debemos resolver mirando adentro.

Cuando entendemos que la vida no nos ofrece algo diferente al eco de lo que nosotros damos, nos resulta más sencillo, así sea por conveniencia, tratar de ofrecer de nosotros lo mejor. Si damos amor, recibiremos amor de vuelta, aunque lo que no está garantizado es que lo recibamos de la misma fuente a la que se lo hemos suministrado.

Lo que prevalezca en lo que entregamos a los demás y a la vida misma, es lo que estará en nuestro ambiente, volviendo a nosotros constantemente, como si de un eco se tratase, no importa la distancia en donde ocurra el rebote, con seguridad lo que damos lo recibiremos de vuelta.

Si nos quejamos de que nos sentimos solos, de que las personas que queremos no nos prestan la debida atención, si queremos tener ser perdonados, si nos gustaría ser escuchados y valorados, la receta es simple, comencemos por identificar todo aquello que sentimos le hace falta a nuestras vidas y comencemos a buscar dentro  de nosotros, comencemos a sentirnos capaces de dar a los demás aquello que nos gustaría y tratemos de a poco de ir alimentando a quienes tenemos cerca de todo lo que sentimos que sería placentero recibir.

Si creemos que la vida está siendo injusta, porque damos algo muy diferente a lo que terminamos por recibir, es justamente porque no hemos terminado de recibir. Las cosechas de nuestros frutos no tienen que ser inmediatas y por lo general no lo son. Eso pareciese ser una prueba de que hacemos cosas positivas no por conveniencia por la recompensa, sino porque así somos, así vamos evolucionando y eso que entregamos es lo que predomina en nuestro interior y de alguna manera define nuestra esencia.

 

Tengamos paciencia y tengamos prudencia, porque inevitablemente lo que damos, lo recibimos de vuelta.

 

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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