RINCÓN del TIBET

El secreto de la verdadera belleza radica en quererte a ti

verdadera belleza

El secreto de la verdadera belleza radica en sentirse bien con uno mismo

La sociedad nos ha hecho esclavos de estereotipos en los que deberíamos encajar y muchos de nosotros como un rebaño ha hecho lo posible y lo imposible por ajustarse a esos parámetros determinados, en algunos casos lográndolo, inclusive con muchos sacrificios asociados y en otros frustrándose por la brecha que existe entre lo que se es y lo que se quiere ser. Pero estos estereotipos no son la verdadera belleza.

La verdadera belleza que mejor se proyecta no es aquella que corresponde a unas medidas perfectas, a una estatura determinada, a unas curvas suaves o más bien pronunciadas, sino aquella que aflora desde el interior, que está asociada a la autoaceptación y el amor propio.

Cuando entendemos que lo que somos realmente va más allá de un cuerpo, de un número, de una talla, de unos rasgos específicos y nos amamos tal cual somos, ese amor propio se refleja y se proyecta hacia el interior, rompiendo las barreras de los estereotipos y dando paso a la verdadera belleza, aquella que atrae a quienes se deslumbran por la esencia y no por el aspecto físico.

 

“Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece”

― Franz Kafka

 

No importa si tenemos canas, estrías, celulitis, si somos gordos o muy delgados, si tenemos el cabello liso o rizado, para lograr la verdadera belleza, lo importante es que honestamente podamos vernos frente al espejo sin sentirnos mal, aceptando de corazón quienes somos con lo que nos gusta y con lo que no. Vernos al espejo sin juzgarnos, sin enfocarnos justo en esa arruga o en ese rollito es un reto para muchos y las inseguridades que sentimos en privado, las proyectamos en público.

Cuando nos vemos con amor, cuando no nos avergonzamos por lo que no nos agrada, sino por el contrario lo aceptamos y lo sabemos propio, comenzamos a sentirnos cómodos e inclusive comenzamos a hacer más por nosotros mismos, desde el respeto, cuidándonos, sin torturándonos, sino buscando mejorar a nuestro ritmo y escuchando nuestras necesidades, sin pensar en sacrificar lo que nos hace felices, sino encontrando el equilibrio.

Procura ser auténtico, que el no ser uno mismo se paga muy caro. No trates de imitar a otros, consigue tu mejor versión, pero no desde la necesidad de cambiar porque no nos gusta lo que somos, sino desde la propia estima, guiándonos a donde queremos llegar, buscando siempre las vías que nos acerquen más a nosotros mismos, buscando complacernos antes de complacer al resto.

Si uno se siente bien en su cuerpo, sin esconder complejos, sino realmente cómodos en nuestro empaque, todo se ve más bello desde afuera, cualquiera que nos mire, no nos verá solo con sus ojos, sino que llamaremos la atención de su alma y es allí donde nacen las verdaderas conexiones. Hónrate en cada dimensión, cuídate y ámate, los demás solo serán coherentes con lo que tú te das.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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