Afrontar los errores sin la pesada carga de la culpa
Ojala pudiéramos en la vida complacer a todos, que cada acción que ejecutemos favorezca a muchos y jamás vaya en detrimento de nadie, esta situación es bastante difícil de equilibrar, especialmente porque siempre habrá personas inconformes, en desventaja y en desacuerdo con nuestras decisiones, así es la vida, es parte del crecimiento, y seguramente nos tocara lidiar con estas inconformidades, incluso con la propia.
¿Necesidad? Palabra cómoda con que el culpable se quita de encima la culpa, para arrojar en el vacío toda soberbia y traición.
E. de Geibel
¿Qué ocurre en estos momentos en los cuales tomamos decisiones, emprendemos acciones en consecuencia y aun así no nos sentimos conformes? por el contrario, una espina permanece remordiendo el pensamiento y de alguna manera sentimos que necesitamos justificarnos, ante los demás y ante nosotros mismos, es como una necesidad de aceptación de la decisión tomada.
Muchas veces nuestras decisiones afectarán a seres amados inevitablemente, no podemos solucionar y conllevar las situaciones de todos y en esos momentos en los cuales sentimos que lo que ocurre empieza a afectarnos directamente, podemos cargar con ello o hacerlo a un lado, el caso es que si decidimos apartarnos y nos sentimos culpables, es momento de revisar las acciones que tomamos o bien aceptar de una vez por todas nuestra decisión y dejar de sufrir por ello.
La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento.
Bernardo de Claraval
La culpa es una emoción que nos embarga a todos en algún momento de nuestra vida, especialmente cuando se tiene la sensibilidad de padecer por las cosas que afectan a los demás, sentimos que podemos rescatar a los que amamos de momentos dolorosos y que de alguna manera podemos evitar que vivan las consecuencias de sus propias decisiones.
Ocurre que no podemos proteger al mundo, cuando mucho podemos acompañar a los seres que amamos en sus sufrimientos, apoyar a los amigos y ayudar en aquello que podamos fluidamente, sin embargo, llegara un momento en el que nos tocara decidir si permanecer o partir, especialmente en algunas situaciones en las que las personas hacen extensivo su propio sufrimiento, arropando todo en su entorno.
En este sentido, es menester evaluar hasta que punto avanzamos, hasta donde somos capaces de involucrarnos en una situación ajena y tener la disposición de apoyar sin resultar seriamente afectados y aunque nuestras decisiones traigan culpas, en muchos casos es parte de ese desprendimiento de lo que ya no podemos solventar, de ese entender de que cada quien tiene un camino que nadie puede recorrer por el, dejar que esa persona asuma su destino, también es una manera de solidarse con el.
El que empieza a instruirse en la filosofía de todo se echa la culpa a sí mismo. Epicteto de Frigia
Muchas de nuestras decisiones, pueden ser equivocadas, apresuradas o impulsivas, si sentimos que podemos hacerlo mejor, no es necesario dejar que el tiempo transcurra, si tenemos la capacidad de enmendar, siempre es gratificante hacerlo en el momento, cuando la ayuda es requerida, mas sin embargo, cuando nuestro apoyo ya no se corresponde con nuestro deseo, quizás llego el momento de asimilar esa acción y tomar la decisión que nos resulta mas sensata para todos.
Lo importante de esto es el hecho de que estamos donde queremos estar, nos involucramos en escenarios que escogemos, en situaciones que elegimos y avanzamos hasta donde queremos, la sabiduría radica en saber donde y cuando detenerse y dejar de abrigar, simplemente tener la entereza de hacer entender a aquellos que requieren de nuestra ayuda, que podemos obrar, siempre en la medida de nuestras posibilidades, pero hay un camino que nadie podrá cruzar por nadie y eso corresponde a la propia vida.