Si exageráramos nuestras alegrías como lo hacemos con nuestras penas…
Ciertamente ¡qué capacidad tenemos para exagerar y ahogarnos en vasos de agua! a desconectarnos de lo importante, a ver con lupa las cosas negativas y a tomar el más aparatoso telescopio para apreciar las cosas positivas.
No es la intención promover dejar a un lado ese telescopio que nos permite ver más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y llevarnos a un universo tan amplio y maravilloso como lo es nuestro interior en miniatura. La intención es tomar la lupa para ampliar las cosas positivas que nos ocurren, dirigir la mirada hacia las bendiciones que todos tenemos, ver en lugar de mirar y si debemos sacar algo de proporción exagerándolo, que sean justamente los motivos para sonreír, para ser dichosos, para sentirnos vivos y vibrantes.
Nuestra mente está malacostumbrada a exagerar, a sentirse amenazada, constantemente tiene un problema, constantemente se siente insatisfecha, constantemente tiene una queja, me siento mal, tengo frío, tengo calor, no me quiere, quiero a otro, quería aquello, no tengo esto… Por lo general solemos enfocar todo lo que nos ocurre desde el lado negativo, desde la carencia, desde la necesidad.
Cuando no logramos darnos cuenta de esto, vivimos creando nuestra vida desde esa óptica y seguimos manifestando desde ese enfoque, se nos da más y más, materializamos más y más de aquello que predomina en nuestra mente. Incluso cuando nos damos cuenta de que es eso justamente lo que hemos venido haciendo, nos cuesta cambiar nuestra manera de pensar
Pero no es tan complicado, podemos comenzar haciendo unas pequeñas sesiones de agradecimiento al despertar y antes de dormir. Agradecer es la clave, es lo que le dice al universo ¡este tipo de cosas son las que me gustan! Quiero más de esto en mi vida y cuando lo hacemos de manera consciente y vamos incrementando en cantidad los motivos por los cuales debemos agradecer, poco a poco, le vamos restando poder a esa costumbre mental de querer desde la carencia.
Donde hay agradecimiento, es difícil que haya insatisfacción, es como que no pudiésemos vibrar con dos tipos de energía de manera simultánea. Si nos ponemos como unos guardianes de nuestros pensamientos y decimos quién pasa de largo, quien nos visita y quién se instala, podremos darle prioridad a los que sean convenientes.
A veces no nos percatamos de que exageramos el pensamiento, tenemos muchísimos por día, pero puede resultar más sencillo sentir la emoción que nos está generando, si es negativa, debemos procurar que ese pensamiento asociado pase de largo, que no se arraigue y no atraiga a más pensamientos de ese tipo, sin resistirnos, solo haciéndonos conscientes de él o ellos sin identificarnos con ellos, al hacer esto les restamos poder y autonomía. Poco a poco podemos ir entrenando nuestra mente a nuestro favor y adaptándola a que nos colabore.
Así que si deseamos exagerar algo, que no sea a través de la potenciación de lo negativo, sino todas aquellas cosas que son motivos de alegrías, de paz y satisfacción.