RINCÓN del TIBET

El fondo solo lo tocan los valientes, siéntete orgulloso

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Y sí, toqué fondo… pero me siento orgullosa, porque el fondo solo lo tocamos los valientes

En mi vida he tocado fondo, no una, ni dos veces… tampoco es que estado la mayor parte de mi vida sumergida en un foso, pero cada vez que he caído me he levantado, he atendido mis heridas, he evaluado los daños, pero sobre todo he reconocido qué tan fuerte y valiente soy.

Cuando expreso que he tocando fondo no lo digo solo por haber llegado a lo más bajo que pude haber estimado, por haber tenido una caída estrepitosa o haberme tenido que recoger en pedacitos, sino porque en ningún momento tuve intenciones de quedarme allí y mucho menos desistí al salir de querer intentarlo nuevamente.

La vida es para valientes, los cobardes apenas si tocan los riesgos con la puntita del pie. De qué me sirve no arriesgarme, si todo lo que he anhelado se encuentra lejos de mí, si, quizás por mi mente tan complicada, para mí las cosas no han sido muy sencillas, sino por el contrario me las he tenido que ganar a pulso con la vida.

Mi sonrisa de hoy, es el producto de valorar todas las lágrimas que derrame por tocar fondo, de apreciar honestamente los estados de calma, la sensación de tranquilidad, de entender la vida con todos ciclos, es el producto de mirar el cielo nublado y sencillamente saber que el sol está allí, justo detrás de las nubes, resplandeciente, intacto, brillando a pesar de las circunstancias.

Siempre tienes dos opciones: te enciendes o te apagas. Yo decidí que la vida es para estar encendido, vibrando, aprendiendo, a pesar de las caídas, sin perder la fe, sin perder la confianza en mí, sacando de cada batalla la experiencia y obvio que también procurando ser humilde con mis victorias.

No puedo decir que me arrepiento de los caminos que he tomado, porque definitivamente cada paso dado ha colaborado con lo que hoy soy. Y hoy le temo a muy pocas cosas. Lo desconocido siempre se gana mi respeto, pero no por eso dejo de actuar, dejo de emocionarme ante los nuevos retos.

Mis tesoros son los buenos corazones, los que me llevan consigo y muchos de ellos han dicho presente cuando los he necesitado, mis experiencias son los escalones que me han permitido vivir cosas que he querido y aprender de los trayectos más complicados, mi motor es mi creencia en mí misma, que ninguna meta es inalcanzable y que ningún foso es tan hondo como para no poder salir. Vivo cada momento con intensidad y sé que la vida es justo ahora y valorar ese presente ya es una lección de vida aprendida.

Por: Sara Espejo –Rincón del Tibet

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