Un minuto de silencio por aquellas oportunidades que dejamos pasar
La vida nos presenta las oportunidades a lo largo de su recorrido, sin embargo, por diversos motivos, hay muchas que dejamos pasar y más temprano que tarde lamentamos no haberlas tomado.
Pensar que todo ocurre por algo y que dejar pasar las oportunidades nos puede abrir la puerta para muchas otras mejores, puede resultar un consuelo, pero lo cierto es que no sabemos a ciencia cierta si la oportunidad que se nos manifiesta no tendrá mejores presentaciones a futuro.
Las oportunidades son como los amaneceres: si uno espera demasiado, se los pierde. ― William George Ward
Ciertamente no podemos hacer mucho con las oportunidades desperdiciadas en nuestro pasado, más que guardarles un momento de respeto a su memoria y dedicarnos a dejarlas ir, ya no como algo que está a nuestro alcance, que podemos tomar, sino de nuestra mente, evitándonos el mal sabor y la culpa por no habernos montado en lo que ahora vemos como la ola perfecta.
Donde tenemos poder de acción es en nuestro presente, debemos estar atentos a todas aquellas oportunidades que de una u otra forma tienen la posibilidad de mejorar nuestras vidas, de hacernos crecer, de cambiar nuestras percepciones, en fin, oportunidades que debemos tomar.
Muchas veces el miedo se apodera de nosotros al momento de decidir si tomamos o no una oportunidad, toda toma de oportunidad requiere que dejemos algo atrás o lo echemos a un lado, y debemos estar atentos para no sabotearnos inconscientemente al momento de decidir, inclusive algunas veces nuestro inconsciente se impone ante la lógica ventaja de tomar una decisión para protegernos de alejarnos de lo que realmente queremos hacer.
Ejemplificaremos esto: Si a una madre se le presenta la oportunidad de un ascenso, donde presentará muchas ventajas, pero que tendrá que hacer ciertos sacrificios en tiempo con respecto a su hijo, probablemente comience a generarse excusas de todo tipo, sin darse cuenta de que su principal limitación a decidirse por el cargo es no querer sacrificar momentos que no podrá recuperar junto a su hijo. Esto es solo un ejemplo de cómo actúa nuestra mente inconsciente, para nada se pretende juzgar las prioridades de cada quien.
Lo cierto es que debemos prestar especial atención a las oportunidades, a veces ellas no tocarán a nuestra puerta, sino que tendremos que fabricarlas, que hacerlas y en estos casos será más difícil dejarlas pasar.
La vida es una sola, por lo general nos arrepentimos más de lo que dejamos de hacer, que de lo que hemos hecho, así que arriesguémonos, apostemos por los cambios, soñemos en grande y no dejemos pasar oportunidades por miedos.