También hay que aprender a agradecer lo que no fue
Aunque no todos tienen la costumbre de agradecer, cosa que resulta una ventana maravillosa a cosas positivas en nuestras vidas, a la mayoría le cuesta agradecer algo que ha ocurrido de manera diferente a lo que querían, algo que se ha desviado de sus expectativas.
Lo básico que nos conviene creer de la vida es que cada una de nuestras experiencias son oportunidades para aprender, crecer y desarrollarnos y que cada una de ellas está alineada con la lección que debemos tomar, si nos ha costado un poco alguna, probablemente nos veamos a posterior expuestos a una similar, hasta que finalmente hayamos adquirido lo que necesitábamos o bien manejemos nuestras herramientas y recursos con mayor destreza.
Está en nosotros estar atentos a lo que nos ocurre y especialmente quitar de nuestra mente el papel de víctimas, para poder apreciar lo que realmente está envuelto en una situación determinada.
Así como todo lo que nos pasa es por algo, también lo que nos deja de pasar es por algo y responde al mismo principio, es exactamente igual, bien sea porque debemos tomar un rumbo diferente, porque debemos aprender a manejar la frustración de no ir por donde lo deseamos o sencillamente porque una experiencia no nos corresponde. Vamos creando nuestro camino y en ello nuestra guía interior nos da sugerencias, todas ellas para bien, aunque al tomarlas nos parezca lo contrario. Nada de lo que vivimos es diferente a lo que pudimos haber vivido.
Si nos encontramos en una situación determinada que no nos resulta agradable, aceptemos que debemos transitarla y que nuestra actitud marcará la diferencia en cuanto a la apreciación y lo que podamos rescatar y agradecer de ella. Todo depende de las etiquetas que le pongamos a las cosas, cuando somos muy rígidos clasificando e identificando, nos cuesta rescatar lo positivo de las experiencias, de las personas y de la vida misma.
Recordemos que esas etiquetas solo corresponden a creaciones de nuestra mente, que están vinculadas a nuestras creencias, que muchas veces hasta ilógicas son, a nuestra crianza, que no entremos en detalles para no herir susceptibilidad, a nuestro entorno, a nuestra religión, etc, etc, etc.
Seamos más flexibles, aprendamos a a agradecer y a ver las cosas desde un punto de vista de experiencia global, que tendrá cosas que nos agraden y otras que no tanto, pero hasta ésas que normalmente evitaríamos vivir, nos enseñan y si nos lo proponemos aprovecharemos esta dimensión llamada tiempo y le sacaremos el mayor jugo a este regalo que se nos ha dado.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet