El amor que realmente se disfruta a plenitud, aquel que nace y se desarrolla en el marco de la libertad, donde ninguno de los involucrados intenta mutilar las alas de quien ama, porque simplemente no siente miedo de que esa persona se aleje mientras vuela alto, mientras va por sus sueños y explota su potencial.
Amar significa hacer de la felicidad del otro, la nuestra. El ayudar al otro, sin competencia, sin envidia, sin celos y en especial sin miedos a que llegar a donde quiere llegar, es solo un reflejo de la seguridad que se siente, en uno mismo, en quien se ama y en lo que mutuamente se ha construido.
Amar en libertad
Son las parejas que se aman y se motivan, que se otorgan libertad, se permiten abrir sus alas. Algunos piensan egoístamente que ayudar a sus parejas a superarse, a encontrarse y apostar por ellas, los coloca en una posición vulnerable e incluso en riesgo de perder al otro y si lo llega a perder de vista, sin entender los principios de una unión basada en el verdadero amor, que llega incluso a entender que si lo mejor para el otro, está lejos de un nosotros, le ayudará a encontrar el mejor camino para ello.
Que alguien permanezca a nuestro lado no debe estar ligado a que intentemos limitar su alcance, sino a la preferencia de permanecer allí, a nuestro lado teniendo infinitas opciones y recursos para llegar a algún otro lugar.
Es por ello que en lugar de preocuparnos porque nuestra pareja nos deje, debemos ocuparnos en darle suficientes motivos para quedarse, llenemos su vida de detalles, de paz, de aventuras, que esa persona no sienta deseos de partir de nuestro lado…
Las trampas del miedo
Hay quienes por miedo de perder a sus parejas, cruelmente las hacen sentir desvaloradas, atacan su amor propio, su dignidad, con la sensación de que si las golpean o someten un tanto, perderán el riesgo de vivir un abandono.
Qué diferencia con aquel que le hace sentir especial, con talentos únicos, con posibilidades de llegar tan lejos como quiera. Y evidentemente esto no debe ser inyectado por ninguna persona, sino debe partir del interior de cada quien, reconociéndose como un ser único, maravilloso, con el potencial de llegar tan lejos como lo desee. Pero bien que puede una pareja sabotear esa seguridad o potenciarla… A veces con las mismas intenciones, pero con motores y caminos diferentes.
Amemos como quisiéramos ser amados, demos alas, apoyemos, acompañemos, demos palabras de aliento, entendamos que mientras más lejos llegue cada uno de manera individual, más lejos llegaremos como pareja. Los triunfos son comunes y nadie debe verse amenazado por el progreso del otro, como algunas veces pasa.
Menos ego
Dejemos al ego de lado y amemos solo con el corazón, desde allí entenderemos que el amor solo da motivos para sentirse bien, para abrir nuestras alas, que lo que daña no es una de las muestras del amor, sino una distorsión.
Quédate cerca de quien te dé alas, que se preocupe de que las uses, que haga que te enamores de ellas si es necesario y sobre todo que ame verte volar, eso serán parte de los motivos que de seguro tendrás para quedarte a su lado y tú por tu parte, haz lo mismo, ama desde el deseo de verle alcanzar sus sueños, haciendo lo que esté a tu alcance para que siempre engranes en su vida y seas parte de esos sueños a cumplir.
“Ni el amor es una jaula, ni la libertad es estar solo. El amor es la libertad de volar acompañado, es dejar ser sin poseer.” Gabriel García Márquez
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet