Saber cuándo continuar o detenernos es el preludio del éxito
Muchos de los inconvenientes que normalmente tenemos en nuestras vidas vienen derivados de no saber cuándo seguir adelante y cuándo ya debemos parar.
Es muy subjetivo evaluar una situación cualquiera y decir es evidente que no debo continuar, o a todas luces se ve que esto es inconveniente para la mayoría de los involucrados… La verdad es que resulta muchas veces difícil notar lo evidente, darnos cuenta de que todas las señales nos indican una dirección o no hacerle caso a principios como: El que persevera vence, dejar ir es el camino de la felicidad, si se quiere se puede, etc, etc, etc…
Cómo saber entonces cuándo es el momento de lanzarlo todo por la borda, o de decir hasta acá llegó mi participación, o reconocer cuándo un proyecto requiere solo un poco más de inversión?
Pues no hay una regla que podamos aplicar, no hay una fórmula mágica, no existe la certeza de que dando más, haciendo más, avanzando más, lograremos lo que queremos… pero existen algunos indicadores que nos pueden sugerir cómo tomar nuestras decisiones.
Factores a considerar
Evaluar objetivamente la situación, observar detallada y fríamente la situación que requiere nuestra atención, sin esperar milagros, sin esperar cambios que no dependan de nosotros mismos, sin hacer promesas o cumplir penitencias, de acuerdo a los factores evaluados es conveniente seguir o definitivamente es una mala inversión de nuestros recursos?
Nuestros sentimientos y emociones, cómo nos sentimos ante una situación puede darnos una guía rápida de la decisión de seguir o parar… Si nos sentimos mal, inconformes, presionados en exceso, apáticos, deprimidos, frustrados o con algún otro malestar para llegar a un fin, quizás sea momento de parar, de cambiar, de tomar otro rumbo. Si nos sentimos bien, si sentimos que nuestros esfuerzos valen la pena y de a poco vamos acercándonos a donde queremos ir… muy probablemente avanzar sea la mejor decisión, lo más probable es que alcancemos lo que queremos, pero si no, al menos habremos disfrutado del camino.
Revisar nuestros pensamientos, muchas veces no nos damos cuenta, pero estamos predisponiéndonos a un resultado, sea este el que fuese, por ejemplo: Esta enfermedad acabará con mi vida, no hay nada que yo pueda hacer, es muy difícil ser exitoso en esta rama, etc. Observa tus pensamientos y si quieres seguir adelante, dales un giro, no te resistas a ellos, porque tienen una facilidad para aferrarse de forma tal que más nunca podrás soltarlos, trata de encontrar su raíz y de cambiar las creencias que los fundamentan, si reaparecen déjalos pasar, ignóralos y trata de pensar en positivo.
Qué gano o pierdo, muchas veces idealizamos resultados, nos imaginamos que nuestra vida será mejor o que activaremos nuestra felicidad como si una meta trazada fuese un interruptor, pero si hacemos una revisión a fondo y visualizamos el momento de conseguir lo que queremos quizás notemos que no es realmente lo que queremos, o que no vale la pena tanto esfuerzo, o por el contrario, que es allí efectivamente donde queremos estar y hacia allá iremos.
Considerar estos factores te hará menos complicada la toma de decisión, todo reto tiene un camino que debemos recorrer desde el momento que voluntaria o involuntariamente lo asumimos, estos caminos pueden ser de flores o de piedras empinadas… No es necesariamente cierto que lo que más nos cuesta es lo más enriquecedor o lo mejor que podemos alcanzar, lo que sí es cierto es que muchas veces esos caminos serán determinantes en nuestro aprendizaje, en nuestra formación como personas, muchas veces en esos caminos se pierde el amor propio, se pierde el entusiasmo, se pierde la apreciación de lo bonito de la vida y es mejor tomar otro… Aún cuando sintamos que no estamos lejos, son puntuales las ocasiones en las que tendremos certeza de saber si estamos cerca o lejos.
Es de valientes retirarse a tiempo, es de sabios rectificar sus caminos, sea la decisión que tomes, que en ningún caso atente contra tu ser, que no te aparte de tu esencia y procura que tomar el camino que te permita crecer desde el amor y no desde el sufrimiento.
El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura,
cuando el peligro sobrepuja a la esperanza.
―Miguel de Cervantes