“El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros.”

De nada vale ir por la vida orgullosos de ser y saber lo que somos, si nuestro rencor sigue creciendo cada vez más , si el comportamiento de alguien nos sigue recordando nuestras relaciones no sanadas. ¿De qué nos sirve conocernos a nosotros mismos, si lo usamos para avivar el odio que tenemos? Sé que nos es muy difícil pasar por alto la herida que alguien nos ha infligido. Pero el perdón no es olvido, es simplemente soltar la herida. No es algo que damos a otros sino a nosotros mismos.

El perdón es la acción por la que una persona que ha sufrido una ofensa, decide, bien a petición del ofensor o espontáneamente, no sentir resentimiento, ira o indignación a quien la hizo, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo o restitución, optando así por renunciar a que esa falta le siga haciendo daño en el futuro.

 

Aprender a perdonar no es una cuestión sencilla, ni un simple acto en la vida de cada persona. Perdonar es un proceso que requiere valor, autoestima alta, amor y entendimiento. Cuando una persona perdona a quien le ha hecho daño, se libera de la opresión y del rencor. La persona a la que te niegas a perdonar no es más infeliz, ni sufre las consecuencias de tu falta de perdón, por el contrario, el que más sufre por ello eres tú, ya que vives con una enorme carga emocional que pesa y no te deja disfrutar de las cosas bellas que tiene tu vida.

Y es que perdonar es básico para poder disfrutar de una vida más plena, es entender que nosotros somos quienes dejamos que las situaciones o personas nos afecten, es analizar las razones por las cuales reaccionamos de determinado modo o bien nos compartamos groseros, soberbios, irritados con todas las demás personas en nuestro camino.

Perdonar a los demás es básico, pero créame, perdonarnos a nosotros mismos nos ayuda a soltar, a viajar más livianos para que podamos seguir adelante en el camino adecuado y con menos obstáculos hacia nuestras metas, objetivos, proyectos de vida y laborales. Sin dejar de lado lo más importante: que aporta que seamos mejores personas y tengamos una vida más placentera.

Para dejar el pasado tendrás que avanzar. A veces hemos elegido tanto el temor en nuestras vidas que se vuelve nuestra zona de confort y la felicidad nos asusta. A veces, pasamos tantos días, semanas, meses o años concentramos en lo que nos pasa que no vemos la salida hacia lo que realmente podemos lograr. La idea es usar lo que te pasa como un puente hacia mejores situaciones, siempre y cuando te esfuerces en ver la manera correcta de salir del pasado. Si te tiran piedras úsalas para hacer una montaña y pasar al otro lado, no te concentres en esquivarlas. Si realmente deseas salir adelante, estar mejor y lograr lo que deseas, debes quitarte el traje de autocompasión, dejar las excusas y de culpar a los demás por lo que te ha sucedido. Nadie más que tú eres el arquitecto y constructor de tu propia vida y en tus manos tienes la solución: empieza a perdonarte por haber elegido que lo que los demás hayan dicho o hecho te haya afectado y perdona también a esas personas que la vida te ha puesto en el camino.

Cuando perdonas no le estás haciendo un favor a la otra persona, todo el beneficio lo atraes hacia ti. Albergando odio, ira, resentimientos, rencor, dolor y enojo hacia los demás, solo te traerá depresión, frustración y mucho bloqueo en tu vida. La desgracia y tristeza se apoderan de ti y estos sentimientos hasta pueden llegar a somatizarse, manifestarse como enfermedades. Recuerda que cargar todo eso, no sólo afecta tu vida, sino que además todas las relaciones de trabajo, familiares, sociales, amigos con quien convives.

El concepto del perdón puede provocar dos cosas: o bien imposibilitarnos, limitando, nuestra capacidad para la claridad y la alegría, o bien animarnos, ofreciéndonos una manera de dejar el pasado y ser libres para vivir con mayor paz y felicidad.

 

Sólo recuerda que perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión, la traición y la deshonestidad son sólo algunos de los comportamientos que pueden ser totalmente inaceptables.

El perdón nos enseña que podemos estar en desacuerdo con alguien sin retirarle el cariño y respeto. Nos lleva más allá de los temores y mecanismos de supervivencia propio de nuestro condicionamiento, hacia una visión valiente de la verdad que nos ofrece un nuevo campo de elección y libertad, en donde podemos descansar de nuestras luchas. Nos guía hacia donde la paz no es desconocida y nos da la posibilidad de saber cual es nuestra fortaleza.

Así que en tus manos está, tú decides si vives en tu pasado o empiezas a perdonar para recibir todo lo que la vida tiene para ti ¡aquí y ahora!

 

Y recuerda: ¡Sonríe, agradece y abraza tu vida!

“Cuando se cierra una puerta, hay otra que se abre. Pero muchas veces nos quedamos mirando la puerta cerrada durante tanto tiempo que no vemos la que se abre delante de nosotros”, Alexander Graham Bell.

 

Karla Galleta .