Nunca te rindas cuando defiendas una causa justa
La vida nos coloca muchas veces en la necesidad de luchar para una causa justa, puede que no sea sencillo alcanzar el objetivo, pero si estamos claros en que es necesario y el no hacerlo, nos sometería a una vida que no deseamos, quizás no solo a nosotros, sino a nuestros afectos, no podemos hacer más que utilizar todo lo que esté a nuestro alcance por cumplir con la causa justa.
Todos tenemos una causa justa particular que enfrentar, desde las internas que pueden ser las más complejas, hasta aquellas que comprometen nuestra manera de vivir, nuestros derechos, nuestra seguridad y muchas veces nuestra propia libertad. Y puede que una de esas causa justa, se convierten en colectivas y es en ellas es donde se demuestra que la lucha común será la mejor arma que se pueda emplear.
Nadie merece vivir de rodillas ante nada, ni nadie, las luchas las daremos de pie, y no estamos hablando de le rendición religiosa o inclinaciones ante seres que consideremos supremos, nos referimos a otras personas, regímenes, autoridades, que pueden tratar de socavar el alma de otros por satisfacer intereses personales.
Esté en cada uno de nosotros el despertar y tomar acción, el no ser indiferentes ante lo que pase, pretendiendo que como ciertas cosas pueden no afectarnos de manera directa, pues dejamos de estar involucrados. Hay movimientos comunes, hay luchas que requieren el esfuerzo de todos o al menos de una gran mayoría, no todos deben hacer lo mismo o arriesgarse de la misma forma, pero sin duda si cada uno toma acción en una lucha colectiva, no habrá fuerza que detenga el cambio que se pretende generar.
La unión siempre ha sido una fortaleza, cuando se lucha por una causa justa y cada quien coloca su grano de arena, cuando se entiende las causas de esa lucha, cuando nos duele lo que vemos o lo que vivimos, debemos alzar sin miedo nuestra voz, sin esperar que alguien nos lo indique.
Si hemos agotado acciones y estamos luchando contra fuerzas que se encuentran en ventajas de recursos, de alcances, de fuerzas y que nos han manipulado por largo tiempo, es el motor de la voluntad, de la esperanza y del amor, el que debe suministrarnos las fuerzas necesarias para avanzar, ganar terreno y más temprano que tarde, decir: “lo logramos”.
Es sencillo juzgar la lucha de los demás, lo es más ser indiferente e inclusive común beneficiarse de lo que a otros hace daño, pero la consciencia debe tomar terreno, la capacidad de discernir y la humanidad deben en algún momento, más temprano que tarde, evitando males mayores, hacerse sentir y partir de allí iniciar la reconstrucción de lo dañado, sembrar lo que queremos cosechar e ir retirando toda hierva mala que haya echado raíces aprovechando la oportunidad.
Las causas colectivas son grandes lecciones para quienes las viven y la unión y coordinación que se genera para lograr la victoria, son las mejores bases para la reconstrucción.
Que la bondad y las buenas causas siempre prevalezcan sobre la maldad y los intereses individuales, en cada uno de nosotros y en cada uno de los terrenos donde los cambios sean inevitables.