RINCÓN del TIBET

No te sientas culpable por hacer lo que te haga feliz

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No te sientas culpable por hacer lo que te haga feliz

Ciertamente la felicidad parece ser el propósito de mayor peso de esta vida, pero muchas veces dejamos de lado nuestra propia felicidad porque nos sentimos culpables y esperamos que otros logren su propósito.

La felicidad puede definirse como la ausencia de miedo y sufrimiento, es un estado de tranquilidad y armonía en nuestro interior, que no exige la presencia del placer momentáneo que sentimos a través de nuestro cuerpo. Obviamente la búsqueda de nuestra felicidad debe evitar en lo posible daños colaterales a otras personas y el sentirnos culpables.

No estamos promoviendo el egoísmo, ni pretendiendo que la infelicidad del otro sea el precio de nuestra felicidad, estamos defendiendo el hecho de que cada uno de nosotros está acá para ser responsable de su propia felicidad, de buscar lo que ama, de hacer lo que le llena el alma, por eso no debemos sentirnos culpables.

Ninguno de nosotros vino a este mundo a cubrir las expectativas de alguien más, ni a vivir los sueños de otros, ni siquiera de nuestros padres, parejas, hijos, etc… Eso es un tema que cada uno debe resolver con sí mismo, procurando escuchar a lo más profundo del ser que intenta guiarnos a donde debemos estar.

Vivir a través de otros puede colaborarle a cumplir sus sueños, puede ser hasta cierto punto gratificante, pero nunca comparable con ejecutar los propios, por pequeños que sean.

Pongamos una analogía sencilla, todos tenemos hambre (de comida), pero si nos dedicamos solo a preparar lo que los demás quieren comer, si les hacemos la vida más sencilla, hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para que estén bien, mientras que nosotros apenas probamos algo de la comida que ni siquiera tiene que agradarnos, perderemos el apetito paulatinamente, ya no nos provocará nada en particular, nos limitaremos a saciar lo básico y no estaremos nunca satisfechos.

Así pasa con la vida misma, enfocarnos en los sueños de los demás y descuidar los nuestros, nos hará olvidar nuestro verdadero propósito, jamás lograremos satisfacer nuestros sueños y en algún momento, quizás cuando ya sea tarde voltearemos la mirada hacia el pasado y veremos todos los exóticos platos que servimos para que otros los degustaran, todos los esfuerzos que invertimos, que aunque nos hayan agradecido de muchas maneras y aunque realmente haya sido satisfactorio para nosotros, no nos sentiremos plenos, sencillamente porque nos quedamos con ganas de comernos al mundo, nos quedamos con hambre.

El tiempo no se recupera, si está en nuestras manos contribuir con la felicidad de otro, no lo dudemos, pero que esto no represente dejar de lado la nuestra, no tenemos que sentirnos culpables ni con remordimientos, enfoquémonos en alimentar nuestra vida con lo que nosotros deseamos.

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