No te lamentes por los giros inesperados que tome tu vida…
Por lo general nos gusta mantener nuestra vida bajo un esquema planificado, donde lo inesperado tenga poca aparición, pretendemos seguir un camino que nos lleva al sitio donde consideramos nos conviene estar, si algo nos saca o nos desvía de ese camino, normalmente lo rechazamos o lo miramos como saboteador de nuestros perfectos planes.
A veces estamos conscientes que ni siquiera son tan buenos planes, pero a fin de cuenta han sido los que por elección propia hemos tomado, lo cual le otorga una validez especial. Si alguno ha pasado por un cambio de rumbo forzoso, entenderá o bien recordará la resistencia que normalmente agregamos a la situación.
Cuando la vida no nos deja otra opción que cambiar de rumbo, podemos sentirnos frustrados y hasta controlados, por no poder dirigirnos al sitio que habíamos elegido, sin embargo, si aprendemos a flexibilizarnos y a entender que muchas veces esos caminos nos llevan a lugares mucho más especiales que lo que pudiese haber sido nuestro destino original, la relajación llegará a nosotros y con ella la paz que caracteriza el permitirnos vivir una experiencia no planificada.
A veces porque lo hayamos elegido o porque pensemos que es lo mejor, no significa que estemos hablando de lo que más nos conviene alcanzar. Muchas veces nos quedamos cortos en nuestras aspiraciones, en nuestros sueños, inclusive desconocemos nuestro alcance y nos establecemos límites asociados a donde pudiésemos llegar.
No queremos invitar a nadie a ir por la vida a donde el viento le lleve, donde todo sea inesperado, aunque de seguro sería una experiencia interesante, la invitación es un poco más conservadora, se trata de no lamentarnos por tener que desviarnos en un momento dado hacia un camino inesperado. De cualquier manera nunca sabemos si el camino que seleccionamos, efectivamente nos llevaría hacia donde queríamos estar.
Así que pongamos las resistencias a un lado y disfrutemos de la aventura, que se esas cosas inesperadas y sorpresivas vienen los grandes cambios de vida que suelen hacerla mucho más nutrida, emocionante, satisfactoria… Pero si no fluimos con esa experiencia iremos a regañadientes sin disfrutar de ese camino, de lo que nos ofrece, iremos frustrados porque no era lo que deseábamos y pondremos en pausa el modo disfrute y activaremos el modo lamento… ése que coloca una nube gris entre nuestros ojos y todo lo que vemos.
Confiemos en el proceso de la vida y pensemos que quizás eso no es tan inesperado, que tal vez algo dentro de nosotros es lo que está haciendo que nuestro camino tome otra dirección, porque muy en el fondo tenemos mucho más claro el camino que debemos recorrer, así que ¡a disfrutarlo!
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet