No esperes que te pase la vida para sacar de ella aquello que ya no deseas ver…
Muchas veces debemos vivir etapas en la vida, en la cual llegan personas, sucesos y circunstancias, que en realidad no elegimos de manera directa, sin embargo, en algún momento de nuestra historia, tomamos decisiones que generaron esas consecuencias, recordando que todo es causa y efecto, aunque muchas veces no lo aceptemos o comprendamos, nos toca sacarlo de nuestra vida.
No debemos quedarnos atados a esos seres, cosas o escenarios que alguna vez vivimos. Ocurre que muchas veces, luego de haber cerrado una etapa, continuamos aferrados, o sencillamente en el mismo camino, de aquellas cosas, personas o cosas, que ya no deseamos en nuestra vida, que queremos sacar, que es etapa cerrada y por tal motivo esperamos no tener que lidiar con ello nuevamente.
Esto no tiene por qué ser así, tenemos la potestad de sacar de nuestra vida, todo aquello que nos envenena el alma, que nos remueve los sentimientos más negativos y que simplemente no nos aporta la luz que deseamos sumar a nuestra existencia, únicamente cada uno de nosotros, tiene la capacidad de elegir aquello con lo que desea seguir su camino y si en oportunidades debemos continuar sumiendo roles o relaciones que quisiéramos dejar a un lado, lo aconsejable es evaluar si realmente ello es necesario, o si existen otras maneras de abordar las cosas sin necesidad de contaminarnos de una manera destructiva.
Muchas relaciones que emprendemos en nuestra vida, simplemente surgen, se manifiestan y aunque en la mayoría de los casos nos nutren y aportan beneficios en ciertos momentos, es claro que todo pasa o se torna distinto.
El objetivo es encontrar el punto en el cual podemos tolerar esas situaciones, si ellas realmente son indispensables en nuestra vida o si se ha tornado una situación placida en aras del sufrimiento, en muchos casos las relaciones tormentosas se hacen cíclicas y sin darnos cuenta terminamos envueltos en situaciones enfermizas, desde el aspecto más leve hasta el más grave y es realmente doloroso zafarnos de esa vida que hemos construido.
Podemos elegir la felicidad, tenemos la opción de sacar y depurar nuestra vida, de sanear nuestros espacios, de escoger lo que comemos, lo que disfrutamos y lo que ya no deseamos ver más en nuestra vida, no es necesario esperar a que la vida se nos vaya, a que el tiempo pase ante nuestros ojos para darnos cuenta de cuanto hemos perdido, más vale poder observar con plena satisfacción, todo aquello que logramos dejar atrás y que ya no queremos de vuelta.
Los momentos amargos, si bien dejan enseñanzas, no suelen extrañarse, lo mismos ocurre con las personas negativas y nocivas en nuestra vida, todo aquello que nos sobrecarga de energías negativas, que enturbia nuestra mente, que nos recarga y contamina, no es necesario, más vale lo útil a lo agradable, no debemos tolerar esas situaciones, cosas y personas que nos lastiman, que nos hieren, que no son parte de la compasión en nuestra vida.
Más allá de tener que enfrascarnos en situaciones inútiles, siempre es mejor tomar otros caminos, elegir la libertad de no tener compañías indeseadas, de mantener nuestros espacios sanos, claros y serenos, no tenemos por qué tolerar lo indeseable en nuestra vida, basta simplemente con sacarlo, pero esta acción debe realizarse desde la sensatez y la sinceridad, desde el deseo genuino de desplazar de nuestra vida lo que no queremos vivir, lo que revela que no aporta bienestar a nuestro ser.
No temas liberarte de aquello que no deseas ver, atrévete, lo que está en riesgo de perderse si no tomas acción es tu vida.