RINCÓN del TIBET

No esperes a que tu madre se vaya para poder darle gracias

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No esperes a que tu madre se vaya para poder darle gracias…

Las madres, sea como sea que desarrollemos una relación con ellas, no podemos negar que juegan un papel fundamental y trascendental en nuestras vidas, iniciando por el simple hecho de que es de ellas de quienes surge nuestra vida, esa chispa que nos convierte en humanos capaces de accionar por voluntad.

Muchas personas jamás conocen a sus madres, otras simplemente no se sienten vinculados a ellas, no sienten tal conexión, sin embargo, aunque se niegue o no se reconozca, esta conexión existe, y una madre se siente realizada por el simple hecho de ser madre, aunque lastimosamente muchas no aprecien la labor, no nos corresponde ser sus jueces, lo que deseamos con estas líneas, es valorar y apreciar, la representación materna que tenemos en nuestra vida, siendo capaces de agradecer su amor, su comprensión, su guía y su aliento, pues madre, como bien dice el dicho, solo hay una.

Una madre es capaz de dar todo sin recibir nada. De querer con todo su corazón sin esperar nada a cambio. De invertir todo en un proyecto sin medir la rentabilidad que le aporte su inversión. Una madre sigue teniendo confianza en sus hijos cuando todos los demás la han perdido. Anónimo

 

Es perfectamente normal que sintamos muchas veces cierta inconformidad, la relación madre e hijo no siempre es perfecta, más siempre es perfectible, no importa como nos relacionemos, lo buena o mala que nos parezca, indudablemente pasaremos muchas etapas a su lado o sin ella, la necesitamos en nuestros primeros años, se convierte en nuestro principal ejemplo, la amamos profundamente para luego resentirnos y pretender alejarla, la culpamos una y mil veces de nuestros encuentros y desencuentros en la vida…hasta que comenzamos a comprenderla y a asumir su lugar, entonces la necesitamos nuevamente.

El rol de nuestra madre será siempre esencial en nuestra vida, más sin embargo, siempre nos resulta más simple reconocer y enaltecer sus errores, revivirlos una y otra vez, alimentarnos de aquello que no nos dio o que no presenció, en lugar de sustituir cada molestia y cada dolor por agradecimiento, por amor al sacrificio, por consideración a su sufrimiento y por solidaridad al simple hecho de que estemos donde estemos, cambiamos su vida desde que llegamos.

Para los hombres que tuvieron una buena madre todas las mujeres son sagradas. Anónimo

 

Tristemente, muchas personas suelen darse cuenta de esto cuando su madre se marcha, cuando físicamente ya no puede mirarnos a los ojos con compasión, ya no puede decirnos con su tono inconfundible que no debemos preocuparnos, que ella está allí, cuando nos repite miles de veces lo que ella habría hecho…pero especialmente cuando es la única persona que hagamos lo que hagamos siempre nos amará.

Apreciar a nuestra madre será nuestra decisión, cada quien encontrará siempre la manera de corresponder, pero aquellos que han perdido a ese maravilloso ser, saben muy bien el sentimiento que acompaña esta pérdida, y parte del no haberle agradecido lo suficiente, de no haberle correspondido lo suficiente, de miles de palabras que pudimos haber dicho, pero jamás salieron de nuestros labios.

Madre: Gracias por la maternidad, el regalo de cualquier mujer y la salvación de cualquier hijo. Anónimo

 

Este sentir no debe hacerse culpa, una madre es un ser extraordinario que vienen dispuestas a todo y cuando una madre se preparan inconscientemente para escuchar las peores palabras o los mejores silencios…su amor todo lo puede y todo lo vence.

No esperes a que se vaya, aprovecha su compañía poca o mucha, son sus momentos, los espacios de un ser que te dio parte de su vida y que pase lo que pase, no queda más que agradecerle.

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