Nada mejor que darte cuenta de que puedes ser feliz, sin tener a alguien a tu lado
Muchas veces vinculamos nuestra felicidad a la realización que logramos como pareja, cuando nos sentimos bien en una relación es sencillo atribuirle a nuestro estado todas las cosas maravillosas que nos ocurren cuando estamos vinculados a alguien que parece haber nacido para compartir a nuestro lado los pasos durante el camino.
Sin embargo, cuando las cosas no son como las queremos, nos distanciamos de ese estado ideal, en donde todo solía engranar a la perfección, algunas veces realizamos algunos ajustes, negociamos, recortamos y adquirimos nuevas piezas y podemos prolongar nuestra historia de amor y felicidad por mucho, mucho tiempo.
Otras veces, por más que intentemos reajustar, algo que no podemos reparar se ha quebrado sin posibilidad de retornar al estado original o ser algo al menos funcional. Y en estos casos solemos quedarnos enganchados pensando en lo que fuimos en algún momento junto a alguien y nos llenamos de nostalgia, de rabia, de frustración por no poder hacer que las cosas funcionen para ambos nuevamente.
El mayor problema surge cuando nuestra felicidad se la endosamos a esa persona, cuando no nos sentimos capaces de ser felices por nuestros propios pies, con nuestros recursos, con nuestro ser… Pero solo basta que nos demos la oportunidad, para darnos cuenta de que la felicidad está en el interior de cada uno de nosotros, no al lado de alguien y este momento, cuando nos damos cuenta de que no dependemos de nadie, más que de nosotros mismos para disfrutar la vida a plenitud, es sin duda uno de los más liberadores.
Ciertamente que muchas personas pueden sumar a nuestro bienestar, mientras otras parecen especialistas en bajarnos los ánimos y apagarnos la sonrisa, pero en ambos casos somos nosotros los que permitimos esa intervención en nuestras vidas, somos nosotros los que somos receptivos a las energías de los demás y dejamos que de alguna manera nos influencien.
Nadie es responsable de la felicidad de alguien más, cada quien debe saberse un ser completo, sin vacíos, sin necesidad de complementarse y especialmente con la plena capacidad de encontrar en sí mismo el empuje, el estímulo, la seguridad, la paz, la diversión y la felicidad que puede haber intentado en alguien más. Lo mejor de todo es que cuando esa consciencia se adquiere, se comienzan a atraer a las personas que resuenan con ese principio, personas plenas, que de igual manera nos preferirán por preferencia y no por necesidad de llenar espacios.
Puedes ser feliz estando sola, puedes ser feliz estando con alguien, puedes ser feliz haciendo lo que te gusta, puedes ser feliz simplemente siendo tu…
Disfruta de ti, ámate, cuídate y lo demás vendrá solo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet