RINCÓN del TIBET

Los pensamientos que alimentas, son tu elección

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Los pensamientos que escoges alimentar, serán tu más importante elección día tras día

Nos hemos ido acostumbrando a la idea de que a través de nuestros pensamientos creamos nuestra vida y en lo personal para bien y para mal he podido darme cuenta del poder creador de mis pensamientos y la utilidad de albergar y alimentar en mi mente, pensamientos de diferentes índoles.

Somos el resultado de los pensamientos que alimentamos, en paralelo esos pensamientos llegan a nuestra mente a través de muchos mecanismos, son producto de nuestras creencias, de las ideas que desde pequeño anidamos en nuestra mente, por ende influenciados por las personas importantes con las que estuvimos relacionados en nuestra infancia, tienen que ver con la sociedad en la cual nos desarrollamos y los principios ideológicos, políticos e inclusive religiosos con los que podríamos contar.

Por eso muchas veces tenemos pensamientos que no logramos argumentar, pero que de una u otra forma afectan nuestra vida. Lo ideal es hacernos conscientes de la importancia que tienen los pensamientos que alimentamos en lo que hacemos, en cómo nos proyectamos y cómo nos afectan de manera directa.

En caso de no estar atentos a lo que pensamos, como guardianes que resguardan una propiedad, podemos utilizar el recurso de las emociones como alarmas. Las emociones reflejan en nuestro cuerpo cómo nos está haciendo sentir un determinado pensamiento. Si las sensaciones en nuestro cuerpo son negativas, los pensamientos que estamos alimentando y con los cuales nos estamos identificando llevan la misma tendencia.

Por ejemplo, si sentimos nuestro cuerpo tenso, sentimos temor, rabia, celos, tristeza, impotencia, etc. y junto a ello las manifestaciones físicas asociadas, sudoración, taquicardia, tensión alta, presión en el pecho, podemos si tomamos un momento de consciencia identificar los pensamientos que nos han llevado a ese malestar y desde allí hacer replanteamientos.

Lo primero que debemos hacer ante un pensamiento negativo es tratar de desmontarlo, racionalizándolo, nuestra mente es muy inventora y de manera extraña nos intenta proteger, pero generando un caos potencial para que no salgamos de nuestra zona de seguridad, así que es muy común vernos inmersos en una bola de pensamientos cargados de miedos, de preocupación, de posibles amenazas de pérdidas de cualquier tipo.

Si bien la mejor estrategia resulta en dejarlos pasar sin más, como si se tratase de una nube movida por el viento, pero de no ser posible, desarticular al pensamiento desde la razón, resulta muy útil. Podemos hacernos una serie de preguntas, por ejemplo:

  • ¿Es posible que lo que estoy pensando ocurra?
  • ¿Es probable que ocurra?
  • ¿En caso de que sea posible y probable, qué tan catastrófico sería que pasara?
  • ¿Cuál es el origen de este pensamiento?
  • ¿Cómo puedo desmontarlo?
  • ¿Qué situación me está llevando a él?
  • ¿Está a mi alcance cambiar la situación?
  • ¿Puedo rescatar algo positivo de la situación?
  • ¿Qué pensamiento positivo podría sustituir este o estos?
  • ¿Me siento más tranquilo con este proceso de evaluación?

Y muy probablemente la respuesta será sí, esto no es una receta, pero es una manera sencilla de abordar lo que nos atormenta. Dejemos de identificarnos con lo que pensamos y tratemos de alimentar los pensamientos que nos favorecen, que nos animan, que nos hacen sentir bien.

Recordemos que queramos o no, sepamos cómo lo hacemos o no, lo que materializamos viene originado por nuestros pensamientos, así que utilicemos esto a favor para tener la vida que queremos.

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