Los malos momentos pasan a ser cenizas solo cuando decidimos quemarlos
Es inevitable para todos tener malos momentos, bien sea por factores sobre los cuales no tenemos mucho alcance o por situaciones que nosotros mismos hemos generado, nos podemos haber visto expuestos a experiencias que no han resultado de nuestro agrado. Pero no se volverán cenizas hasta que decidamos quemarlos.
Los malos momentos pueden haber marcado nuestras vidas tanto como lo hayamos permitido, pudieron haber sido situaciones altamente demandantes a nivel emocional o simples episodios que decidimos engrandecer consciente o inconscientemente con el tratamiento que le propinamos.
Podemos decir que en todas las experiencias de nuestras vidas, la diferencia no la marca la vivencia como tal, sino la actitud y lo que hacemos con aquello que vivimos. Si “queremos” anclarnos a aquello que nos limitará nuestros pasos, podemos tomar cualquier mal momento de nuestras vidas y colocarlo en un lugar visible, accesible y tangible, para nuestra mente, para justificar en ese hecho del pasado acciones y evasiones del presente, sin permitirnos avanzar con libertad, sino con miedo o en el mejor de los casos con prudencia.
Somos nosotros los únicos responsables de llevar a cuestas cualquier cosa que nos genere peso al andar. Y somos los únicos que podemos liberarnos de ese innecesario equipaje y esto solo lo hacemos cuando tomamos todo aquello que ha generado una marca en nuestro ser y la volvemos cenizas, cuando tomamos todo aquello que no nos genera beneficio y le restamos valor, importancia y presencia en nuestras vidas.
Cuando nos enfocamos en las lecciones de nuestras experiencias, nos estamos permitiendo avanzar, mientras que si nos enfocamos en los hechos dolorosos, solo conseguiremos sumergirnos en un sufrimiento latente y quizás constante.
Toma tus experiencias del pasado, filtra aquellas que te generan emociones negativas al traerlas al presente y trabaja en ellas. Trata de traer a tu mente lo que ocurrió, pero sin ser un participante de la historia, sino un espectador, que solo puede observar e intenta sin juzgar tratar de entender la situación, más allá de lo que nos hubiese gustado que pasara, solo con los elementos que estén presentes. Esto nos permitirá ser objetivos y desligarnos de las emociones, así como nos permitirá comprender las diversas posiciones y evaluar de forma más conveniente para nuestra salud emocional, cada aspecto involucrado.
Una vez que aprendemos a tratar nuestro pasado, nos será más sencillo perdonar, liberarnos de penas y culpas, dejar ir, aprender y seguir adelante, esto es lo que llamamos volver cenizas lo que no nos nutre, lo que nos hace sufrir y nos ata a un pasado que nos duele, esto es lo que llamamos quemar nuestros malos momentos y darle un papel protagónico a las cosas positivas presentes y por venir en nuestras vidas.
Quema y vuelve ceniza los malos momentos, porque eso ya quedo en el pasado…
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet