La vejez no es cuestión de edad, sino de actitud ante la vida
La vejez es sin duda una de las etapas más temidas por la mayoría, supone el fin de la vitalidad, el fin de la lozanía, el fin de la toma de decisiones propias y mucho más aún la peor etapa para perseguir sueños. Muchos lo ven como un período que en lugar de anteceder a la muerte, es parte de ella, pero en estado consciente, como para sufrir con el deterioro y la dependencia.
Pero afortunadamente la realidad puede ser muy diferente, el envejecer es algo que en principio debemos agradecer, no todos tienen el privilegio de pasar por esa etapa durante sus vidas, y de seguro si pudiésemos preguntarles, qué hubieses preferido, morir joven o envejecer, la respuesta general sería envejecer. No es necesario contactar a los que no están para formular esa pregunta, ¿Qué prefieres tú, morir joven o envejecer?
En lo particular, disfruto mi vida con las cosas que me gustan y con las que no tanto y he entendido que todo tiene el sentido que nosotros le demos. La vejez a pesar de ser nuestra última etapa por este plano, no debe ser lo que resalte en nuestras vidas, no estamos sujetos a un número, sin ánimos de profundizar, tampoco estamos sujetos a un cuerpo, ése es nuestro medio, pero nosotros vamos más allá de lo que podemos ver, de nuestro contenedor y no debemos limitarnos por los pequeños detalles de latonería si seguimos por la vía que queremos tomar.
Mientras pensemos que la vejez es una limitación, así lo manifestaremos en nuestras vidas. Solo es determinante para cosas puntuales, que se rigen por un reloj biológico, pero más allá de ello, podemos encontrarnos con millones de anécdotas de demostraciones de que la vida sigue con muchos, muchos años encima, y bien diferentes a las lindas y clásicas historias, de abuelitos cuidando a sus nietecitos, bien distintas de ancianitos en casas de cuidados y súper diferentes de historias de personas mayores en hospitales, mendigando la atención de sus afectos, sin poderse valer por ellos mismos.
Vemos historias de personas que se sienten jóvenes y que hacen con sus vidas lo que harían siendo jóvenes, se enamoran, viajan, practican deportes, invierten, conocen nuevos lugares, vuelven a aquellos que le marcaron, disfrutan y viven, ya con una consciencia diferente y una forma de apreciar las cosas importantes, que facilita el estar en tiempo presente.
La vida es un regalo de principio a fin… Sí, tiene un fin y sí ese fin en condiciones naturales está en la vejez, pero eso no quiere decir que ningún momento previo a ese fin, deba ser malgastado con excusas numerales, o escondiéndonos bajo unas arrugas. La vida se vive de principio a fin, desde la primera inhalación, hasta la última exhalación.
Elimina las barreras de tu mente y tu cuerpo se sentirá más ligero, inclusive cuando dejes de pensar que la edad siempre viene acompañada de canas y arrugas, cuando te deje de importar el aspecto físico, irónicamente te rejuvenecerás, alargarás esos procesos de natural deterioro, porque alejarás de tu mente esa creencia colectiva, mejor aún para ti si adoptas la creencia de la juventud es un estado mental, que puede ser tuyo hasta que lo desees.
Disfruta tu vida, no tengas miedo de lo que pueda pasar, cuando pase ya veremos, toma tus previsiones, asegúrate, reserva un sitio para ti, procura no tener que depender de nadie y extiende la felicidad en tu vida, nunca es tarde para nada. Agradece la vida, agradece el estar y si llegas a envejecer, agradece por haber podido llegar allí.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet