RINCÓN del TIBET

La ausencia de uno mismo es la peor de todas

La ausencia

La ausencia de uno mismo es la peor de todas

A veces solemos no encontrarnos a gusto con quienes nos rodean, nos podemos sentir solos, podemos sentir la necesidad de cambiar de compañías, pero pocas veces lo que dejamos de lado, lo que no notamos es que es la ausencia de nosotros mismos lo que produce el mayor malestar.

La ausencia de uno mismo es el no poder conectar con nuestra esencia, nos coloca en una posición por demás incómoda, de desconocimiento, de falta de apreciación, no entender que nuestra mejor relación debe ser con nosotros mismos e inclusive no valorar los momentos en los que estamos solo con nuestra compañía, resulta desgastante.

Porque es justamente a través de la soledad que logramos dar un paso al frente en lo que a entendimiento se refiere, entendimiento de nosotros mismos, de nuestros propósitos. Solo en nuestro interior encontraremos el refugio que necesitamos, cuando no logramos esa conexión estamos viviendo en la absoluta ficción, nos desconocemos, tomamos nuestras decisiones en función de nuestro ego y nuestras acciones están orientadas a satisfacerlo.

Cuando entendemos lo valioso que es encontrar nuestro centro, que el resto de las personas no son responsables de nuestra paz, de nuestra felicidad, sino que en nosotros es que encontraremos sentirnos parte de ese todo universal, es cuando podemos apreciar la vida como realmente es, con la plena responsabilidad de creadores de nuestra vida.

Debemos ser felices por nosotros mismos, con nosotros mismos, si no logramos esto, solo estaremos sometidos al sufrimiento ante lo cambiante, ante lo efímero. Solo cuando mantenemos una presencia consciente se abren los ojos del corazón y desde allí tomamos las decisiones más acertadas, que nos conducen a donde realmente debemos estar.

La ausencia de uno mismo también es cuando tomamos decisiones por miedo, por conveniencia, por satisfacer lo que creemos necesitar, nuestra mente está actuando por nosotros y no estamos sincronizados con lo realmente importante.

Cuando nuestra compañía preferida es la que nos podemos proveer nosotros mismos, sin que esto nos lleve a la ausencia, sino a valorar los momentos que tenemos para dedicarnos y para comunicarnos con nuestro ser, nos encontramos de alguna manera encaminados hacia la liberación de todo lo que nos produce apegos y con ellos sufrimiento.

Esta oportunidad es un regalo y su principal propósito es nuestra realización, nuestra felicidad y con ella el verdadero entendimiento de nuestro valor y nuestro alcance como creadores de nuestra vida. Cerremos los ojos y conectemos con lo que en realidad somos y procuremos cualquier ausencia, antes de la propia.

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