Escucha a tus emociones cuando te hablen
Las emociones son la respuesta de nuestro cuerpo a algo tan intangible como lo es el pensamiento, a través de ellas nos podemos dar cuenta de si aquello que estamos albergando y dándole vueltas en la cabeza nos resulta apacible, estresante o irritante.
Nuestros campos los definimos a través de pensamientos y emociones y las vibraciones que salen de él, resuenan con aquello que está en la misma frecuencia. Es por ello que cuando estamos irritados, parece que se nos presentaran más y más motivos para sentirnos así. Y es que estamos sensibilizados y programados para recibir ante un estímulo una determinada respuesta, que nos refuerza el estado en el cual estamos.
Si estamos en una fase, en la cual todo nos molesta (no hablo de ningún ciclo hormonal asociado a genero alguno), debemos tomarnos el tiempo necesario para revisar por qué nos estamos sintiendo así, por qué la inconformidad con aquello que normalmente nos genera bienestar, por qué estamos siendo esquivos con lo que solemos normalmente preferir, por qué las palabras que nos calman, se convierten en detonantes de una sensación iracunda inexplicable e incluso aquellas personas que normalmente son nuestro refugio las terminamos rechazando.
Cuando no logramos ubicar una situación específica que nos ha cambiado el estado de ánimo, debemos entender que bien pueden ser un cúmulo de cosas que venían pasando y que no le habíamos prestado suficiente atención o nuestro estado nos está gritando por un cambio, nos está invitando a modificar algo, quizás de manera radical para encontrar nuevamente la armonía.
No es sencillo cuando no tenemos muchas pistas, pero el escuchar e inclusive anotar nuestros pensamientos nos puede dar luces en relación a lo que está predominando en nuestra mente y buscarle una solución. Identificar qué nos está incomodando nos orientará conscientemente a tomar ciertas medidas.
En paralelo, más útil aún resultará el tratar de escuchar esa parte más sublime de nosotros, que no tiene que ver con pensamientos, sino con energía. Podemos llamarla para efectos prácticos, nuestra alma, ella tiene las respuestas para todo, pero no sabemos escucharla. Nuestra intuición está ligada a ella, de hecho es ella invitándonos a tomar alguna acción, pero solemos callarla e ignorarla. Sin embargo, mientras más practiquemos el silencio, más oportunidades tendremos de escucharle y no me refiero al silencio en ausencia de sonidos o ruidos captables por nuestro oído, sino por el silencio y la quietud de nuestra mente.
Normalmente las emociones nos hablan de aquello que debemos atender, especialmente cuando no son de nuestro agrado y nos mantienen en un estado aprensivo, esto siempre es válido, pero resulta prioritario cuando el estado permanece por más tiempo de lo que estamos acostumbrados a manejar.
Si nuestro ser pide un cambio, lo mejor es escucharlo, lo mejor es tomar acciones, porque sí que tiene maneras de darnos mensajes y las más sublimes están asociadas a nuestras emociones y a cómo estamos procesando y percibiendo la manera en la cual estamos viviendo.
Escucha a tus emociones cuando se hablen, sin necesidad de que sea el cuerpo quien lo haga.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet