Eres guerrero por naturaleza, no te asustes y confía en ti
Algunas veces los caminos que hemos seleccionado para nuestro crecimiento se vuelven tan empinados, que perdemos las fuerzas, la confianza, las ganas, la esperanza y nos cargamos de temor, de dudas e inseguridad. Llegamos a pensar que no somos lo suficientemente fuertes para llegar al otro lado, queremos devolvernos o quedarnos allí paralizados, para que no duela más para no acabar con las energías que sentimos ya nos faltan.
Pero cada uno de nosotros tiene todo lo que necesita dentro de sí para hacerle frente a las adversidades que se nos presentan. Solo debemos confiar, ni siquiera entenderlo, estamos cargados de la energía creadora, de la inteligencia divina, esa que no nos deja a la deriva aun cuando no sepamos ni cómo tener acceso a ellas.
Si confiamos en nosotros mismos, como un elemento integral, que no solo posee nuestro cuerpo, lo que sabemos nuestro, sino que sentimos más allá, sentimos esa grandiosidad que encierra nuestra ser, no habrá nada que nos haga atemorizar, no estamos solos, estamos acompañados y cargados de esa parte de nosotros intangible, que nos intenta decir cada día que sí podemos, que tenemos las capacidades, que podemos crear nuestra vida como queramos y que cada una de las experiencias que vivimos, lo hacemos precisamente para sacarle mayor provecho a nuestras vidas.
Solo debemos aprender a fluir con cada una de las experiencias, solo debemos estar atentos estar dejando atrás nuestro ego que siempre las desvirtúa, haciéndonos sentir desdichados, incompletos, sin capacidades, temerosos. Cuando en realidad todo lo que vivimos es justo lo que necesitamos y estamos preparados para esos tránsitos, si perdemos la rigidez y dejamos de reclamarnos a nosotros mismos y a la vida, dejamos de pensar que es dura e injusta, probaremos el néctar de lo que con nuestros sentidos no podemos apreciar.
Todo cobra sentido cuando sabemos que sí podemos, que es una lección más, que es una prueba más y nos hace estar conscientes de la experiencia, sin victimizarnos, solo aprendiendo y desenredando el maremágnum de elementos que la componen, para sacar de allí lo que nos hace más grandes, más fuertes y más valientes.
Nuestra actitud es capaz de mantenernos alejados del sufrimiento y no se trata de fingir que estamos bien hasta con nosotros mismos, ni de sonreír a la fuerza, se trata de confiar, de entender, de ver la situación desde un palco y desde allí dejar de identificarnos con lo que pensamos y sentimos, viendo las cosas tal y como son, dejando el drama a un lado y avanzando con fe en que esa situación no es más grande que nosotros, que independientemente de los resultados, estamos por encima de todo.
La consciencia de que nada nos daña realmente, que solo eso se alberga en nuestra mente y que somos un ser espiritual aprendiendo en este tránsito, nos hace cada día más desapegados y más interesados en crecer, sabiendo que las cosas solo son buenas o malas en nuestras mentes, gracias a nuestras creencias, pero allí no radica ninguna verdad, solo una interpretación y mientras más alejada tengamos nuestra mente con mayor facilidad nos desharemos de temores, de dudas y construiremos la vida que queremos, con la actitud que nos permitirá pisar firme y confiado en nosotros mismos y el proceso de la vida.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet