Conscientemente tener personas que sumen cosas positivas en la vida, puede resultar un deseo común de la humanidad. Sin embargo, cuando nos vamos a la práctica, nos damos cuenta de que muchas veces estamos en un completo desbalance, que nos encontramos rodeados de personas que no aportan algo positivo, sino que por el contrario, pareciesen cargar nuestras vidas de cosas que sencillamente no deseamos.
Muchas veces quienes se encuentran a nuestro alrededor solo nos hablan de problemas, esperando quizás que podamos ayudarlos a resolver aquello que le aqueja, o simplemente desahogándose, sin darse cuenta de que nos están cargando a nosotros de una energía que no nos conviene y que muy probablemente nos estén preocupando o al menos quitándonos la posibilidad de conectarnos al menos por ese momento de conectarnos con nuestro bienestar.
Otras personas nos ofrecerán sus versiones maltratadoras, que nos ignoren, las que nos puedan hacer sentir inseguros, tristes, enojados… Algunos nos buscarán solo por interés, se acercarán a sacar algún provecho y si de casualidad esa fuente corta el suministro, se retirarán.
Nadie llega a mi vida por casualidad
Todo esto suena muy mal… ¿Pero saben qué? Nadie llega a nuestra vida por casualidad, ni se retira de ella por lo mismo. Cada uno de nosotros está atrayendo experiencias, situaciones y personas de manera constante y ello quiere decir que somos responsables de lo que nos ocurre, incluso de tener que lidiar con esas personas que sentimos que no nos aportan nada.
No podemos cambiar a los que nos rodean de manera directa, pero nosotros sí podemos cambiar y es eso lo que está bajo nuestro control y aunque por lo general no es un trabajo sencillo, bien valdrá la pena llevar a cabo. Esto será lo que nos haga ver los cambios más importantes en nuestras vidas y en nuestro entorno y si nos proponemos nuevos hábitos y los mantenemos, esos cambios que generemos se podrán sostener en el tiempo.
Enfócate en ti
No te preocupes más por cómo es la gente que te rodea, deja de quejarte de lo que das y lo que recibes a cambio. Quizás llevas toda tu vida haciendo lo mismo y muy probablemente no hayas tenido los cambios que esperabas. Todo comienza a cambiar justo cuando decides cambiar, cuando te das cuenta de que nada de lo demás lo puedes controlar y que justo cuando intentas controlar algo, pierdes por completo el control.
Un buen comienzo es entender qué es lo que quieres, ciertamente el pensar que no quieres personas que resten, te da la idea inmediata de que quieres personas que sumen y aunque lo haces enfocándote en algo que no deseas, podrías comenzar a trabajar en recibir aquello que sí deseas.
Si quiero personas que sumen en mi vida, debo centrarme en dar. Enfócate en ser para quienes te rodean esa persona que te gustaría que aportara en tu vida. Marca la diferencia en cada sitio a donde llegues, procura que la gente reciba de ti tu mejor sonrisa, tu palabra más alentadora, alguna ayuda, atención, cariño, amor… en la escala que tú decidas, pero comienza a vibrar con aquello que deseas.
Estoy convencido de que merezco en vida a personas que aporten y aparta de mi mente cualquier pensamiento de víctima que me ronde, créeme que es lo más perjudicial que existe… Si nos convencemos de que nuestro entornos o quienes nos rodean son hostiles con nosotros, la vida nos generará más de eso que va alineado con lo que creemos que nos da la vida de manera espontánea.
Comienza reconociendo cualquier detalle que otro pueda hacer por ti, agradécelo de corazón y eso será una puerta que al abrir, comenzarás a sentir el torrente de abundancia en cuanto a aporte puedes recibir de los demás… Pero entiende que no es responsabilidad de los demás, está solo en ti, el recibir aquello que quieres en tu vida.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet