RINCÓN del TIBET

En mí solo hay heridas

En mí solo hay heridas

Tengo que advertirte, estoy rota, veo tu aproximación y me alejo poco a poco,  paso por paso, es que estoy llena de cicatrices y de heridas que no logro curar, rota por dentro dañada sin reparo. No te acerques más, siento que no escuchas lo que te estoy diciendo, y es que así como estoy puedo llegar a hacerte mucho daño, cosa que de verdad no quiero.

Muchas veces pretendí ser fuerte y  es que  recuerdo que una vez en realidad lo fui, te soy sincera no siempre estuve así como  me ves, como un perrito abandonado, sin hogar. Te cuento mi historia, un día dejé a alguien pasar a mi vida, una persona  a quien más que entregarle mi cuerpo le entregué lo que era, mi alma, mi pasión  y mi esencia tenían un nuevo dueño.

No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas- Paulo Coelho

Aunque me sentía muchas veces indefensa en la sombra de ese amor que  me opacaba,  por alguna extraña razón me sentía a la vez completa, segura y muy bien cuidada, qué grave error fue el que cometí en confiarle mi corazón a alguien tan diferente  a mí, en ese momento fue en el que aprendí a que el amor es algo muy bello, pero tenía que amar con recelo, con límites, tenía que aprender a controlar con urgencia esto que me comía por dentro que algunos llaman amor  y para mí es un peligro. Vacía, creo que esa es la mejor palabra que describiría como estaba en ese momento, en el momento que todo acabó, sin rumbo, viendo el futuro borroso a lo lejos, me toco recoger pedazo por pedazo lo que una vez tiempo atrás estaba junto, me di cuenta que lo que tenía en mis manos era parte de lo que una vez fui y ya no iba  a ser jamás.

Por muchos años me negué la posibilidad de conocer a alguien que tuviera la capacidad de amarme, de amarme bonito como lo que en algún momento viví, no quería volver a escuchar el crujir de mi corazón ni una vez más, por eso me puse mi escudo y me protegí de todo aquel que a mi vida quisiera entrar. Me negaba  a ser aquella que se sentaba a lamentarse por un amor perdido el resto de sus días, son cosas que pasan en la vida y que tenía que aceptar, me dije a mi misma que tenía que recapacitar, reaccionar, armarme de valor por más débil que pudiera estar.

Ahora sólo pido que me entiendas, que comprendas porque hoy decido agarrar otro camino que me permita sanar, curar esas heridas de guerra que aún no han cicatrizado.

Es tan corto el amor y tan largo el olvido. – Pablo Neruda

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