RINCÓN del TIBET

Aprendemos a vivir con el vacío que dejan los que se han ido

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El olvido de quienes se han ido jamás llega, solo aprendemos a vivir con el vacío que dejaron

Solo quienes hemos experimentado la partida de un ser amado, sabremos que el dolor se alivia con el tiempo, que llegamos a aceptar que esa persona no está más disponible para nosotros como nos gustaría, nuestro cuerpo se acostumbra a no abrazarle y en nuestra mente intentamos recrear su voz par que no se nos olvide. Sin embargo, siempre queda un vacío en nosotros.

Inclusive algunas veces usamos nuestra imaginación, cerramos los ojos y jugamos a encontrarnos con esa persona especial que ya no está a nuestro alcance… En nuestra creación, nos sentamos junto a esa persona y le hablamos, quizás al principio le decimos todo lo que se nos quedó guardado, lo que no nos dio chance de pronunciar, lo que nos dio miedo o consideramos innecesario… Pero luego, podemos tomarle de la mano en nuestro escenario y solo contarle de ese día complicado, de la pataleta del niño o de que ya no sabes qué hacer para que algo siga funcionando… tratando de imaginar cuál sería la respuesta, cuáles serían esas palabras que necesitamos tanto…

Nuestra vida no continúa igual sin las personas que amamos que han partido, el espacio está ocupado, pero a la vez está vacío. Está ocupado de amor, de recuerdos, de conversaciones, de risas de llantos, de presencia… Pero la inactividad, el no saber canalizar esa energía hace que el vacío se sienta, que el verdadero silencio se haga presente y nos estremezca desde lo más profundo.

Con ese espacio que no sabemos a ciencia cierta si está vacío o está ocupado, aprendemos a vivir. Procurando no hacer uso abusivo de las lágrimas, procurando que el tiempo nos ayude, nos calme el dolor y la necesidad de encontrarnos con esos ojos que tanto amamos.

El creer que hay algo después de esta vida como la conocemos ayuda un poco a manejar las ausencias, el sentir que hay demasiado amor para que este muera con un cuerpo, nos invita a pensar que las almas que se aman están conectadas por la eternidad y quizás van conectándose de experiencia en experiencia para sanar, para aprender, para volar una y otra vez, que mientras se ame, no habrá olvido, no habrá ausencia… solo una corta espera y una distancia aparente.

No es sencillo aceptar que quien amamos se nos adelante a algo que desconocemos, pero es reconfortante sentir cómo esa persona habita en nuestro corazón, pasando de andar entre nosotros a andar dentro de nosotros.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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