Dejarse encontrar también es de valientes
Y pasa que no siempre activamos en nosotros las energías del amor, que estamos bloqueados porque en el fondo nuestras intenciones son mantenernos fuera de juego por tiempo indefinido y hasta que no eliminamos esas barreras, parecemos invisibles en el ámbito del amor. Inclusive puede ser que toquen a la puerta, pero pensarán que no hay nadie, porque no encontrarán ninguna respuesta que de esperanza de vida.
Muchas veces nuestros bloqueos hacia el amor se dan porque estamos enfocados en cosas diferentes, en proyectos en los cuales podríamos ver el amor como una piedra de tranca y otras veces simplemente nuestras heridas han cicatrizado formando una coraza impenetrable.
En cualquier caso, cuando consciente o inconscientemente hemos dejado el amor de lado, el amor de pareja específicamente, disponernos nuevamente y meternos en la jugada no es tan sencillo, requiere de salirnos de un estado en el cual quizás hemos encontrado paz, que nos ha permitido estar con nosotros mismos y en el mejor caso darnos cuenta de que no necesitamos a nadie más para ser felices, para disfrutar de la vida, para sonreír, para destacarnos…
Evidentemente la soledad es un estado mágico, sin embargo, no todos se sienten cómodos en él y por lo general son los que están incómodos lo que desean ser encontrados, pero muchas veces evitando la soledad, terminan en malas compañías, por no poder darse el tiempo necesario para escoger con criterio a un compañero de camino.
Cuando la soledad se hace amiga, amamos esos momentos con nosotros mismos, nos aprendemos a valorar, a conocer, a escucharnos y aunque parezca contradictorio, ese amor que desarrollamos hacia nosotros mismos, nos permite atraer a nuestras vidas a personas que nos amarán de buena manera, que nos darán algo parecido a lo que nosotros podemos ofrecernos. Allí nos abrimos al amor, allí es donde permitimos que nos encuentren, en la seguridad del amor propio nos volvemos valientes para amar a otro y sobre todo para dejarnos amar.
En esta experiencia sale ganando quien más ama, dejemos atrás todos los miedos, que podemos experimentar cosas maravillosas. Inclusive cuando nos sentimos con el corazón roto, podemos hacer un paréntesis y decir esto es una demostración de que estoy aquí, viviendo la experiencia al máximo. Hasta nuestras lágrimas son un testimonio de que hemos amado, de que nos hemos dado, de que tenemos una oportunidad de aprender de lo ocurrido y el reto de hacer una mejor versión de nosotros mismos y sobre todo de que podemos cerrar mil ciclos, pero también tenemos infinitas posibilidades de abrir los que queramos y eso sin duda es un gran milagro.
Seamos valientes, lo peor que puede pasar es que no funcione, pero la simple experiencia de haber amado, lo vale… Y cuando menos lo pensemos, ya estaremos de nuevo en el dilema de escondernos o dejarnos encontrar nuevamente… Y así hasta que nos salga bien… que de seguro pasará (si así lo creemos y somos valientes).
Somos valientes cuándo nos permitimos vivir, porque el mundo es para los valientes…
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet