Date el gusto de vivir
La vida es algo que pasa mientras tú estás ocupado haciendo cosas. No te has dado nunca el placer de vivir y vas a llegar inconsciente hasta la muerte, sin ser nunca libre como el pájaro que planea majestuoso, viviendo y siendo.
Se dice que un gran sabio le dijo a un emperador romano: “Cuando llegue el día de tu muerte, morirás sin haber vivido.” Despierta, para que este epitafio no sirva para nuestra tumba. ¡Qué bien se siente uno haciendo lo que quiere! Deja, mientras, a los burros que se reúnan para criticarte, están dominados por sus creencias pero no lo saben, mándales amor. El ser libre y estar despierto a la realidad te permite vivir como un rey.
No hay más que distanciarse uno de sí mismo y darte cuenta de cuándo actúa la programación en ti y de cuándo eres tú mismo. Al darte cuenta de tu programación y de cómo actúa a través de ti, ya te has disociado de ella, y ya no tiene fuerza sobre ti, ya no te puede, porque tú eres algo muy distinto a tu programación; ella no es más que una forma de expresión que usas por hábito, pero nada tiene que ver contigo. Entonces, cuando observas esos hábitos, los tomas con humor: “¡Ya se me pasará!” Y entonces ya no estás molesto, porque a tu yo verdadero no lo afecta.
La vida se escapa y hay que aprovecharla hasta el fondo. Importa fijarse en la ofensa, para aprender, pero no en el ofensor, que actúa por su programación.
Se cuenta de un oso al que metieron en una jaula de seis metros de largo, que caminaba de un lado a otro, sin parar. Al cabo de un año le quitaron la jaula y el animal seguía paseando los mismos seis metros, ida y vuelta, incapaz de ir más allá. Se había acostumbrado. Así, las personas somos incapaces de salir del espacio de la programación
Tony de Mello
Replanteate tus creencias, porque muy posiblemente hayan sido heredadas. Suéltalas, vive en el presente y observa todo lo que llega a tu mente. No lo juzgues, obsérvalo. Vive a través de la experiencia, y no de la creencia. Te limita, te encarcela, te adormece.
Libérate. Vuelve a ti. Date el gusto de vivir.
Pablo Chamero