RINCÓN del TIBET

Cuando le inyectamos amor al caos, todo va tomando su lugar

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Cuando le inyectamos amor al caos, vemos como todo va tomando su lugar

Todos nosotros nos habremos visto al menos una vez en alguna situación que podamos definir como caótica, en donde nada tiene sentido, en donde todo parece estar fuera de control y muchas veces ese caos nos rebasa y nos impide mirar más allá de lo que nos agobia.

Cuando nos sentimos perdidos o abrumados en medio del caos, es cuando resulta más necesario refugiarnos en nuestro interior, inyectarnos amor, llamarnos a la calma. La mejor manera de conectarnos con nosotros mismos y de proyectar nuestra intención en nuestro entorno, es inyectándole amor.

Si nos inyectamos amor, muchas virtudes vienen con él. Por lo general la paciencia, la empatía, la compasión, las ganas de sumar y de aportar algo positivo son los acompañantes del amor y ante ellos, todo comienza a ordenarse, a tomar sentido, a encontrar naturalmente su lugar.

Nuestro entorno no es otra cosa que una proyección de cómo nos sentimos internamente, cómo está nuestra relación con nosotros mismos. De allí parte todo, solo basta que cambiemos solo un poco nuestro trato hacia con nosotros, la aceptación, el amor que nos ofrecemos, para que veamos los cambios en nuestro exterior.

Parece magia, pero mientras más amor nos damos a nosotros mismos, lo que nos rodea se alinea cada vez más, damos lo mejor a los demás  y sin hacerlo con la intención de, recibimos lo mejor. Lo negativo parece alejarse o al menos de mostrarnos el porqué de su presencia, se nos desvelan intenciones que antes no éramos capaces de ver y nuestro caos, va tomando orden.

Y un buen  día, ya no hay más caos, ya hemos desenredado el estambre, sin halar por los lugares inadecuados, sin generar más nudos, sin generar más dolor… Y todo se convierte en enseñanza, en experiencia, en sabiduría que podemos aprovechar para seguir nuestro camino.

El amor siempre da los mejores resultados, donde inyectamos amor, ponemos luz, ponemos orden, ponemos intenciones de construir, de sanar y hacia ese punto deben estar dirigidas nuestras acciones y nuestros pensamientos.

Entendamos que el caos no se puede ordenar desde otro caos, si tenemos nuestra mente revuelta, no podremos crear una realidad diferente. El caos no necesariamente es cuando las cosas están fuera de orden, sino cuando ese desorden nos afecta de manera negativa. Nuestra mente se especializa en generar caos en ella que terminan por desordenarlos la vida, pero hasta las pequeñas sacudidas son invitaciones a generar acciones y movilizar las energías, para que nuestra vida sea más armónica y más placentero el trayecto a recorrer.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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