RINCÓN del TIBET

Lo mejor está por venir, confía en eso siempre

lo mejor

Confía siempre en que lo mejor está por venir

Ver nuestra vida a través de los cristales del optimismo, nos permite atraer a ella todas las cosas maravillosas que podemos imaginar. Confiar en que algo maravilloso nos va a ocurrir, no hace un llamado a sentirnos inconformes con lo que vivimos y estar siempre a la expectativa de algo mejor, ni mucho menos sentirnos frustrados por no tener en nuestro presente aquello que anhelamos para nuestro futuro.

Se trata sencillamente de pensar en positivo, de sembrar lo mejor de nosotros y estar seguros que nada diferente a ello cosecharemos. La vida depende mucho de lo que pensamos, de nuestras creencias, de la actitud que tenemos frente a las diversas situaciones a las cuales nos enfrentamos. Por ello debemos utilizar nuestros recursos de la manera más provechosa para nosotros.

Cuando estamos atados a nuestro pasado, cuando lo añoramos y recordamos con nostalgia, pensando que lo mejor que nos ha ocurrido se ha quedado allí en un punto en nuestro pasado al que para nada tenemos acceso, sencillamente decretamos una realidad y nada de lo que experimentemos será suficiente, ni alcanzará proporcionarnos la dicha que recordamos haber tenido en nuestro pasado.

De esta manera no tiene mucho sentido la vida, sencillamente viendo transcurrir los días y justificando nuestra existencia por un tramo de ella que jamás volverá. Es muy reconfortante recordar nuestro pasado y reconocer nuestra felicidad en él, pero jamás debemos poner lo mejor de nosotros allí.

Siempre debemos confiar y trabajar porque lo mejor esté por venir, por maravilloso que haya sido nuestro pasado, con todo lo que transcurre en cada momento de nuestra vida y cómo lo percibimos y apreciamos, pero considerando que siempre podremos estar y sentirnos mejor. Es un estímulo que podemos utilizar, no para desvalorar nuestro presente sino para asegurarnos de que estamos viendo la vida con los cristales adecuados que nos permiten ver un sinfín de posibilidades en nuestro futuro y proyectarnos de la mejor manera para ubicarnos en él.

Solo nosotros decidimos nuestras vidas, pues hagámoslo con cara a la felicidad y no de espaldas a ella. Muchas veces la felicidad solo podemos apreciarla una vez que ya ocurrió, pero si lo hacemos con detalle, nos damos cuenta de que solo corresponde a un juicio y que muy probablemente cuando pensamos que éramos felices y no lo sabíamos, sencillamente es porque luego hemos estado en peores condiciones.

La felicidad no depende de nada externo, es una elección, una conexión con nuestra fuente y una manera de vivir. Veamos siempre lo mejor en nuestro futuro y cada día será mejor que el anterior, evidentemente teniendo claro que será apreciar el momento presente lo que nos conectará con lo maravilloso del momento.

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