Cada mañana tienes dos opciones: seguir quejándote de tu vida o hacer algo para cambiarla
Si algo sabemos hacer los seres humanos es sentirnos inconformes con nuestras vidas, no importa qué cantidad de dinero tengamos, ni la buena salud con la que contamos, ni cuántas personas nos amen, nuestra mente tiene la habilidad de encontrar y hasta inventarse, aquello que nos robe la atención de tantas bendiciones para enfocarse en el punto negro de la hoja blanca.
Lo cierto es que si nos sentimos mal con nuestras vidas, debemos generar un cambio, bien sea en nuestra manera de enfocar nuestra atención o efectivamente cambiando aspectos de ella con los cuales no nos sintamos a gusto.
Todos tenemos a cada instante de decidir, de escoger nuestro nivel de compromiso, de cambiarlo, de tomar acción. Somos protagonistas y creadores de nuestra realidad y lo maravilloso de este asunto es que siempre seremos capaces de ajustar nuestra vida a lo que queremos.
Muchas veces solo se trata de no dar el valor que merece cada cosa en nuestra vida, solemos voltear a los lados y pensar que la grama más verde es siempre la del vecino. Pero cada uno de nosotros debería ser capaz de reconocer que son muchas más las cosas por las cuales podríamos agradecer, que por las que usualmente nos lamentamos.
La queja nos mantiene en la inacción, nos hace generar más de lo mismo y paradójicamente nos hace atraer más de lo que no nos gusta. Hay una frase que seguramente habremos escuchado, que quizás no le hayamos prestado suficiente atención: Lo que resistes, persiste, aquello que negamos, que evadimos, a lo que nos resistimos, parece no querer dar espacio a nada más en nuestras vidas y crecer de manera sostenida.
Cuando nos quejamos estamos perdiendo energía vital, estamos cediendo el control, reconociendo que nuestro alcance es limitado para resolver una determinada situación. Es por ello que la queja no debe ser nunca la primera alternativa. Es válido que existan cosas que no nos agraden, el detalle está en qué hacemos con ello, cómo podemos cambiar la situación y aventajarnos.
No somos árboles, podemos movernos cuando queramos, podemos tomar acciones, podemos comenzar a centrar nuestra atención en aquello que sí queremos y desde allí comenzar a materializar cosas diferentes. Creer que nuestra mente es realmente poderosa es un punto a favor, si no lo tenemos tan claro, comencemos por demostrárnoslo con pequeños detalles, haciendo cambios conscientes de apreciación y actitud, podremos sorprendernos de cómo parece tomar un rumbo distinto con solo cambiar un pensamiento.
No dejemos que la vida se nos vaya en una queja, inmersos en la inconformidad, comparando nuestra vida con la de otros, envidiando, generando excusas. Si no es la vida que queremos vivir, comencemos a acercarnos a donde sí queremos, sabiendo que la queja siempre nos mantendrá alejados de ese lugar y sumergidos en donde no nos gusta.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet