A veces lavarte las manos, ensuciará tu alma…
Es cierto que muchas veces encontraremos algo de tranquilidad lavarnos las manos y aprender a ignorar aquellas cosas que no están a nuestro alcance cambiar o sencillamente no deberían afectarnos. Pero cuando sí podemos hacer algo para cambiar determinadas circunstancias, resulta una muestra de indolencia, combinada con irresponsabilidad el no actuar en pro de generar cambios que por ligeros que sean marcar la diferencia.
En la vida siempre tendremos varias opciones y sin duda, algunas serán que impliquen menores consecuencias en nuestras vidas, mayor comodidad para nosotros y una menor participación, mientras que otras demandarán un tanto más, tendremos que ser proactivos, tomar parte de algo o hacernos sentir de alguna manera, evidentemente esto lleva consigo una cuota de energía invertida.
En todo caso, ante las situaciones de la vida con las que no estamos de acuerdo y sabemos que podemos tomar alguna acción, no nos quedará un buen sabor luego de hacernos los ciegos y lavarnos las manos, siendo indiferentes e indolentes ante algo que pudiese verse afectado por nuestras acciones.
Muchas veces solemos subestimar nuestros esfuerzos y nuestras capacidades para generar cambios y terminamos por no hacer nada y mirar en otra dirección. Pero si tenemos un poco de consciencia, esto no nos hará sentirnos orgullosos de nuestro comportamiento, a menos que responda a la manera habitual con la que reaccionamos ante la vida, que aun siendo válida, no nos permitirá apreciar lo que somos capaces de lograr y la satisfacción que se siente el hacer las cosas bien, siendo coherentes con lo que llevamos dentro.
Si nos quedamos callados ante actos injustos, y nos lavamos las manos, estamos siendo de alguna manera cómplices de aquello que quizás no tiene nada que ver con lo que somos, pero nos estamos sumando hacia la parte que debería ser modificada. Si por complacer, terminamos haciendo algo que está al margen de nuestros principios, los estaremos perdiendo en el camino.
Los malos sólo triunfan cuando los buenos son indiferentes. – José Martí
Hay muchas maneras de participar, de tomar acción, de alzar nuestra voz, de ayudar. Pero si nos queremos lavar las manos porque no nos queremos involucrar, lo mínimo que podemos hacer es decirle a alguien que creamos con mayores capacidades de las que tenemos, esperando que al menos alguien más pueda participar en aquello que decidimos que no nos pertenezca.
No pensemos nunca que si nuestra participación solo es necesaria cuando expresamente nos lapiden, no creamos que la omisión nos hace mejores personas, actuemos siempre que podamos y contribuyamos de todas las formas posibles a hacer de este mundo un lugar mejor.
Sin embargo, tengamos en consideración que el tomar situaciones que no nos pertenecen y sobre las cuales no podemos hacer nada, no contribuirá a nada positivo, solo nos robará la paz y la posibilidad de invertir nuestras energías en algo más fructífero o en su defecto, menos desgastante.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet