RINCÓN del TIBET

Hay que atender a nuestro niño interior de estas 7 maneras

nuestro niño interior

7 maneras de atender a nuestro niño interior

Quizás podemos recordar momentos de esas tempranas edades, en donde para la mayoría las preocupaciones no existían, donde nuestro mundo giraba en torno a divertirnos, soñar, disfrutar, experimentar y aprender… Esas edades las hemos dejado atrás y con ellas la manera de como afrontábamos la vida, sin embargo, eso no significa abandonar a nuestro niño interior.

“Todos los mayores han sido primero niños, pero pocos lo recuerdan”. El Principito

En cada uno de nosotros tiene ese nuestro niño interior, buscando atención, queriendo hacer cosas que le satisfagan y buscando la protección que necesitaba hace muchos años. Lo mejor de reconocer a nuestro niño interior no es solo que podemos hacer cosas con las que nos vamos a sentir muy a gusto, sino que podemos proveerle de cualquier cosa que sintamos que nos haya hecho falta en el pasado, bien sea afecto, dedicación, atención, disciplina, etc, etc. Podemos inclusive sanar las heridas que se produjeron en esas edades y liberarnos de un peso que nos ha venido acompañando.

Tenemos muchas maneras de atender a ese niño interior, acá te mostraremos 7 maneras sencillas de reconectar y volver a sentir la plenitud de ser niños:

  1. Haz cosas que te gustaban hacer cuando eras pequeño: Muchas veces nos sentimos mayores para hacer las mismas cosas que hacíamos o que queríamos hacer cuando estábamos pequeños, pero si las tenemos al alcance ¿por qué no? Puedes iniciar o retomar la práctica de algún deporte, puedes buscar tu música favorita de esa época, aprovechando la tecnología para ello, puedes sentarte a la orilla de un lago y lanzar piedritas al agua buscando que reboten, en fin recuerda qué te gustaba hacer y ¡hazlo!
  2. Perdona pronto: Si recordamos cómo éramos de pequeños, quizás podamos traer a nuestra mente esas imágenes donde se evidencia la capacidad de perdonar y no engancharnos en lo que no nos ha agradado. Si alguien nos ha quitado un juguete, pues bastará con que venga a devolverlo, para seguir jugando como si nada.
  3. Perder el miedo al fracaso: Afortunadamente los miedos al fracaso no nos acompañan al principio de nuestras vidas y gracias a ello es que por ejemplo caminamos por nuestros medios. De haber fomentado nuestros miedos, las primeras caídas hubiesen sido determinantes para postrarnos en un sitio estático, sin esperanzas de intentarlo nuevamente. No importa si caemos, lo importante es que sepamos como levantarnos.
  4. Jugar al aire libre: A la mayoría de nosotros nos encantaba estar al aire libre, ir al parque, sentir la brisa en la cara, el calor del sol en la piel… Quizás ya no nos dé por montarnos en un columpio (que en lo particular no pierdo oportunidad), pero sí que podemos correr, hacer algún deporte al aire libre o al menos lanzarnos sobre la grama y ver las nubes moverse, mientras identificamos las formas que adoptan.
  5. Soñar despiertos: Así como cuando recreábamos en nuestra mente historias asombrosas, con guerreros, príncipes, princesas o jugadores de fútbol… Podemos tomarnos unos minutos al día para imaginar eso que deseamos, esta práctica libera nuestra creatividad, además de ser una herramienta súper poderosa para la realización de lo que queremos.
  6. Jugar con otros niños: Algo que hace que nuestro niño interior disfrute un mundo es juntarlo con niños de su edad, pero no como los padres, los primos o el adulto jugando con los pequeños, sino como uno más en el juego, haciendo lo que hubiésemos hecho hace muchos años atrás, metiéndonos en el juego y olvidándonos por un momento de responsabilidades, horarios, presiones, etc. Solo el juego y el compartir tienen nuestra atención por ese tiempo.
  7. Hacer manualidades: Podemos hacer actividades que activen nuestra creatividad, además de que resultan meditativas porque terminamos centrándonos solo en eso, sin desviar nuestra atención a algo más. Podemos jugar con plastilina, dibujar, crear estructuras con piezas encajables o apilables y sorprendernos con la capacidad que tememos para crear y dar forma.

Cuando sacamos a divertir a nuestro niño interior haciendo una o varias de estas actividades, manifestamos tener una vida más feliz, ser personas más serenas, con menos equipaje innecesario y con una muy buena capacidad de afrontar situaciones complicadas. No perdamos la oportunidad de reencontrarnos con nuestro niño interior, que solo está esperando que nos acordemos de él y le demos el espacio que se merece en nuestras vidas.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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