RINCÓN del TIBET

Deja de correr hacia lo que te lastima

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Deja de correr hacia lo que te lastima

En la vida podemos estrellarnos muchas veces contra una misma pared, antes de que finalmente nos demos cuenta de que es momento de dejar de correr hacia ella, parar y redireccionar. Ocurre inclusive que agarramos impulso para dirigirnos justamente hacia donde está nuestra fuente de dolor, donde está aquello a lo cual le hemos cedido el poder de hacernos daño, porque a fin de cuentas, la pared no se nos viene encima en estos casos, sino que voluntariamente y sin presiones vamos nosotros a estrellarnos.

A nadie le gusta reconocer que se ha equivocado, inclusive quienes mejor manejan esta virtud, sienten, en medio de la humildad que requiere el reconocimiento, al menos un ligero sabor amargo en su boca. Puede pasarnos que hemos estado teniendo expectativas de algo o de alguien y nos hemos resistido a aceptar lo que en realidad es, que no tiene mucho que ver con lo que nos gustaría, y sin muchos intentos por plantarnos en la realidad, decidimos de manera unilateral dirigirnos una vez más hacia el punto que nos ha hecho daño.

La terquedad de nuestra mente suele llevarnos por caminos escabrosos, cuando el ego no acepta un no, cuando no procesa que las situaciones no darán un resultado diferente al que han manifestado hasta el momento y la necesidad de controlar toma terreno, terminamos por hacernos mucho daño.

Lo más sensato cuando estamos siendo lastimados, cuando nos estamos permitiendo sentir dolor, es tomar una pausa, mirar adentro, escuchar atentamente esa voz que nos intenta guiar y que por lo general la mente procura amordazarla. Pero si nos hacemos conscientes de que necesitamos generar cambios, la mejor ruta que podemos tomar, siempre nos la dictará nuestra alma.

Es mentira que cuando nos volvemos medio irracionales y permitimos cosas inimaginables en condiciones normales, lo hagamos en nombre del amor, eso no es más que una usurpación que ha hecho nuestro ego, de nuestro corazón y desde allí nos coloca en posiciones muy incómodas.

¿Cómo podemos distinguir los roles?, pues es sencillo, lo que viene del corazón nos traerá paz, procurará el mayor beneficio para todos los involucrados, las acciones que tomemos estarán alineadas con nuestros valores esenciales, el amor, el respeto, la empatía, la compasión, más allá de los sugeridos por la sociedad. Mientras que la voz del ego nos mantendrá en zozobra, no aceptará negativas, actuará a través de la manipulación, no nos sentiremos cómodos ni en paz con nuestros pensamientos y acciones.

La mejor manera de dejar de hacer algo que nos lastima, es tomar consciencia y darle cabida a esa parte de nosotros que está cargada de experiencia y sabiduría. Toma una pausa, ámate y aléjate de lo que no te hace bien, en lugar de correr hacia ello.

Deja de correr por quien solo te hace daño y deja de correr por no aporta nada positivo en tu vida…

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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