Tu vida es muy corta para dedicársela a quien no está seguro de quererte en la suya
Ante todo sintámonos merecedores de dedicar todos nuestros esfuerzos a nuestra propia persona, sin remordimientos, sin culpas, sin sentirnos egoístas. La relación con nosotros mismos es la que nos definirá, es la que tendremos que cultivar toda la vida y quizás toda la eternidad.
Ahora si de interrelacionarnos estamos hablando, consideremos nuestro tiempo como un recurso finito del cual debemos hacer buen uso. El tiempo es lo más valioso que podemos dedicarle a alguien, aparte evidentemente de nuestro amor.
El tiempo no regresa y nosotros cambiamos tanto a través de él, que quizás un día solo despertamos y miramos atrás con la nostalgia de no haber hecho lo más conveniente para nosotros, dedicarnos a engancharnos en cosas que no tenían sentido, de haberle dedicado lo mejor de nosotros a quien nunca nos correspondió o sencillamente no supo hacerlo. Y esa nostalgia será estéril, esa incomodidad de sentir que malgastamos este regalo llamado vida, se podrá hacer presente constantemente y no podremos cambiar nada, solo quizás amargarnos lo poco o mucho que nos quede por vivir.
¿Cuál es la idea? Que hagamos la menor cantidad de cosas que nos llamen al pasado reclamándonos y haciéndonos sentir culpables y eso solo lo logramos cuando procuramos que nuestros momentos, cada uno de ellos tenga un significado, cuando le imprimimos pasión a lo que hacemos, cuando adoptamos en nuestras vidas a aquellos que nos quieren en la de ellos y cuando aprendemos, sin consumirnos, de nuestros errores y procuramos no tener que pasar por la misma lección más de una vez.
El amor no se obliga, podemos hacer muchas cosas para ganar el corazón de quien queremos que forme parte de nuestros afectos, pero si ese sentimiento no nace de forma espontánea en esa persona, debemos estar conscientes de que quizás nuestro amor nunca sea correspondido. Cuando el amor no espera nada a cambio, el no recibirlo de vuelta no genera ruido, pero normalmente cuando amamos, queremos sentirnos de la misma manera y nos produce regocijo ocupar un lugar especial en el corazón de quien amamos.
Si alguien no está seguro de quererte en su vida o demuestra desinterés o apatía ante tu presencia, trabaja en ello el tiempo que consideres prudente, porque a veces solo son barreras que debemos ayudar a derribar. Sin embargo, está muy atento a cada señal y no quieras idealizar las cosas o no ver lo que a la distancia es evidente. Aprende a marcharte si lo que quieres en tu vida no lo puedes obtener en ese sitio. A veces duele, pero te aseguro que más dolerá dedicarte a sembrar un jardín completo en donde no va a ser cuidado, regado, ni valorado.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet