Si decides permanecer con alguien, que sea por amor, no por temor…
Las decisiones de la vida no son simples, en muchas oportunidades nos encontramos en dilemas que no logramos resolver con sencillez, en muchos otros casos no llegamos nunca a vislumbrar una salida coherente o en la cual no resultemos lastimados.
De lo que tengo miedo es de tu miedo. William Shakespeare
Cuando nos unimos a una persona, lo hacemos con el fiel convencimiento de que seremos felices, de que podremos construir un espacio de convivencia, que si bien tendrá sus turbulencias, siempre nos conducirá por el camino luminoso del amor y de esas razones que nos unieron en los inicios.
Sin embargo, en la realidad las cosas no siempre toman ese rumbo, dolorosamente muchas relaciones suelen resquebrajarse y llegan a sustentarse en el temor, no solo entre parejas de amantes, lo mismo ocurre con relaciones de otra índole como el caso de la relación entre padres e hijos, que terminan viciadas en un ciclo de falso respeto que nos lleva a accionar por temor, cuando realmente es el amor el que mueve la vida y las obras de manera satisfactoria o al menos así debe suceder.
El que teme sufrir ya sufre el temor. Proverbio Chino
La vida nos enseña distintas vertientes, aprendemos de quienes tenemos a nuestro lado, de nuestros errores, de nuestros logros y de los desengaños, pero cuando se actúa por temor, caemos como en una especie de limbo, como en una nebulosa que no nos deja ver con claridad, esta situación es altamente nociva para nuestra vida, contamina nuestro espacio y nuestra verdadera libertad de amar y ser correspondidos, de alguna manera comenzamos a vivir en una bomba de tiempo, nos llenamos de angustias, de frustraciones, de dolor y de resentimiento, porque no nos sentimos capaces de responder ante el daño que nos están ocasionando, esta es una situación muy común entre padres e hijos, donde los padres terminamos sometiendo a nuestros hijos y generando un respeto hacia nosotros pero no por amor, sino por temor, lo que es muy peligroso pues a la larga cuando menos lo esperemos nos enfrentaremos con seres que no conocemos, pues los hijos suelen transformarse, para bien o para mal.
El colmo de la infelicidad es temer algo, cuando ya nada se espera. Séneca
En el caso de las parejas es un tanto más doloroso, pues los hijos en algún momento crecen e inevitablemente toman su rumbo, no es lo mismo con las parejas, cuando la situación de temor es lo que impulsa la relación, las cosas suelen tornarse intolerables, la persona temerosa vive alterada, deprimida y ansiosa y por su parte aquel que imparte el sentimiento de ser temido, se acostumbra a esta especie de poder que ejerce sobre la pareja, incluso de manera inconsciente comienza disfrutarlo, esta situación deprime y rebaja a la persona afectada directamente, hasta tal punto que puede confundir el temor con el amor, llegando tristemente a aceptar su sometimiento y permanecer junto a la otra persona por puro temor.
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