RINCÓN del TIBET

El duelo de una pérdida, nunca es tarde para trabajar

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Nunca es tarde para trabajar el duelo de una pérdida

La mayoría de nosotros ha sufrido alguna pérdida dolorosa en su vida, la intensidad va a depender de cada uno y la importancia que haya dado a aquello que ha perdido. La mayoría de las veces no manejamos bien los procesos de duelo, generando en nosotros heridas que trascienden a medida que el tiempo pasa, sin ser debidamente sanadas.

Lo más preocupante es que muchas veces hemos puesto tantas cosas encima con la intención de taparlas que hasta para nosotros mismos puede resultar un enigma qué es lo que no va bien en nosotros y nos cuesta identificarlo.

Evidentemente no vamos a ir detrás de cada experiencia negativa que hayamos vivido en nuestras vidas e inspeccionar cuidadosamente si la herida ha cicatrizado porque evidentemente nos generaremos un ciclo de dolor interminable. Pero sí podemos ver ante qué tipo de situaciones sentimos espacial rechazo o incomodidad e irnos hacia atrás para vincularla con algo que tenga ver de nuestro pasado.

Algunas veces no podemos llevar este proceso por nosotros mismos, requiriendo que un especialista nos lleve de la mano, lo cual puede resultar en un ahorro de tiempo y energías importantes.

Si queremos emprender el camino de sanación por nosotros debemos estar muy alertas a aquello que nos duele y conscientemente hacer el vínculo con el recuerdo que tengamos de nuestro pasado y una experiencia similar y a partir de allí pasar por un proceso de aceptación, de perdón hacia nosotros mismos o hacia las personas involucradas y el respectivo dejar ir de esa situación.

Podemos pasar por muchas etapas características del duelo, que de manera extemporánea también están presentes, la negación y la rabia son algunas de ellas, el no querer asumir aquello o preguntarnos con ira por qué tuvo que acontecernos esa experiencia son fases dolorosas, pero que nos encaminan si nos lo proponemos a la fase de aceptación y desde allí es desde donde podemos liberarnos del dolor que nos haya generado una pérdida o bien una experiencia que nos haya marcado de forma negativa.

No importa cuánto tiempo haya transcurrido de la pérdida, así sea que nuestro padre nos abandonó a edades tempranas, siempre podemos darnos la oportunidad de liberarnos de esa carga dolorosa y evitar arrastrar conductas inconscientes que nos colocan en una situación particular que nos invita a sanar esa herida. Para el ejemplo del abandono del padre, el temor de ser abandonados por las personas que amamos, el buscar parejas que sustituyan el afecto paternal, el rechazar la idea de tener hijos, todas ellas pueden ser producto de esa pérdida temprana y para continuar nuestra vida sin llevar esa carga sobre nuestra espalda, debemos sanarla.

Aprende a atender tus heridas, aprende a perdonar de corazón, entiende que todo el mundo hace lo mejor que puede con los recursos que tiene y eso nos incluye a nosotros mismos, haz de tu vida lo que quieras sin la influencia del dolor pasado.

Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet

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