Quienes son capaces de sentir un amor especial por los animales que deciden incluir en sus vidas, merecen un reconocimiento especial, sobre todo aquellos que llegan a considerar a sus animalitos, parte de la familia y a veces la más cercana y querida.
Los animales nos permiten conocer un tipo de amor distinto, que se comunica sin palabras, que se entiende con miradas y en donde la simple presencia endulza el ambiente que cohabitamos con estos seres.
Hay muchos animales que nacieron para vivir libres, en la naturaleza, que no merecen una jaulita, ni una tacita con agua, ante los cuales debemos pensar más en ellos que en nosotros y no someterlos a un confinamiento o una pequeña prisión, por más cuidados que les demos y más amor que sintamos.
“El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del ser humano”, Charles Darwin.
Sin embargo, hay otros animales que parecen ser regalos de la vida, que podemos tenerlos cerquita, habituarlos a nuestras costumbres y adoptarlos como de nuestra familia y sin duda estamos haciendo un gran bien… No solo a ellos, sino a nosotros mismos, expandiendo nuestras maneras de amar, aprendiendo cada día de un ser que tiene mucho que enseñarnos, que normalmente nos da todo de forma incondicional y que responde al cariño como solo ellos lo saben hacer.
Estos animalitos, son nuestras mascotas, que podemos llamarlas como queramos, incluso apodarlos como hijos, nietos, hermanos, dependiendo de nuestra estructura familiar y al conectar y empatizar con ellos, se habrá abierto en nosotros una manera diferente de amar, que no nos permitirá mirar con los mismos ojos de antes a ningún animal, entendiendo que a fin de cuentas en los animales se mantiene esa nobleza e inocencia, que nosotros tendemos a perder.
“Si pasas tiempo con los animales, corres el riesgo de volverte una mejor persona”, Oscar Wilde.
Algunas de las cosas que aprendemos de nuestras mascotas:
- Paciencia: Nuestras mascotas saben esperar con la mejor actitud que pueden, se acostumbran a nuestras rutinas y se adaptan a lo que tengamos para ellas.
- Vivir el presente: No importa qué haya pasado el minuto antes, tu mascota siempre va a reaccionar al cariño, a la caricia, al juego y disfrutará del momento sin importarle nada más.
- Perdonar: Puede que no nos hayamos comportado bien, puede que hayamos castigado a la mascota o no le hayamos prestado la debida atención, al momento de dirigirnos a ella, ella estará allí como si nada hubiese pasado.
- Dar: Las mascotas suelen dar de sí lo mejor, no se guardan nada, ni están pensando: mejor no doy esto para no excederme o no piensen que estoy demasiado interesado.
- Pensar en el otro: Piensan tanto en nosotros, su familia humana, como en los de su misma especie, dedican parte de sí para alegrar la vida de los demás, como ellos lo saben hacer.
- Humildad: A su manera reconocen algún comportamiento inadecuado ante nuestros ojos y siempre están dispuestos a aprender algo más.
- Gratitud: Se sienten afortunados de tenernos, sus ojos normalmente expresan más gratitud de la que podemos ver en cualquier rostro humano.
A veces no quisiera amar más a mi perro que a muchos de mi familia, pero cada vez que lo veo, que lo siento cerca, que miro su esfuerzo en hacerme sentir bien, feliz acompañada, que siento su amor, entiendo que por más que yo lo ame, nunca será comparado con lo que él me ama… Así que yo estoy dentro de ese grupo de personas que considera a sus mascotas, familia… En mi caso tengo dos hijos… uno de ellos es mi peludo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet