La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante…
Muchas veces nos tomamos la vida tan a pecho, que prácticamente todo lo que vivimos nos genera algún tipo de sufrimiento, y es que no nos damos cuenta, que hasta los apegos que consideramos positivos o naturales, generan algún tipo de sufrimiento, de allí la necesidad de dejar los apegos, superar las situaciones y seguir adelante en cada circunstancia.
Los ojos de los demás son nuestras cárceles, sus pensamientos nuestras jaulas. Virginia Woolf
Cuando le damos demasiada importancia a cada cosa en la vida, buena o no, merezca tal importancia para no, vamos creando un vínculo, una identificación con esa situación, persona o cosa, nos aferramos a lo material, a los bienes, a las personas y comenzamos a padecer.
Somos los responsables de las emociones que dejamos que nos dominen, evidentemente las emociones se hacen presente, las sensaciones llegan y debemos observarlas y percibirlas sin identificarnos con ellas.
No tengo la responsabilidad de ser como los demás esperan que sea. Es su error, no mi defecto. Richard P. Feynman
Dar demasiada importancia a las cosas nos impide darnos cuenta de los escenarios de manera objetiva, cada situación, persona o cosa tiene su grado debido de importancia y de atención requerida, sin más ni menos, de manera que cuando las situaciones pasan debemos dejarlas ir.
La felicidad inicia por darnos cuenta de que sufrir por todo lo que nos ocurre, es realmente una pérdida de tiempo, un desgaste que termina por agotarnos y por contaminar las oportunidades que se presentan ante nuestros ojos.
Expresa lo que eres y di lo que sientes, porque a quienes les preocupa no cuentan y a quienes cuentan, no les preocupa. Theodor Seuss Geisel
La plenitud de la vida está en el despertar consciente, en la compasión, en la humildad y el verdadero desapego, en aquello que nos permite disfrutar por instantes los momentos que nos llenan y que nos alimentan la paz, que nos recuerdan que estamos aquí por muchas razones, principalmente para amar y ser amados.
Preocuparnos de más, vivir en angustias permanentes por las mínimas cosas, no soluciona las cosas, no nos lleva por vías serenas ni por caminos claros, la importancia extrema que atribuimos a las cosas, nos limita, nos ata, nos condiciona y esto no nos deja disfrutar la verdadera esencia de las cosas.
La pareja, los hijos, la familia, los amigos, los jefes, los bienes, los estados emocionales, los problemas, las etapas…todo tiene un momento específico, un nivel de atención, un grado necesario de cuidado. Por ejemplo los problemas u obstáculos que se presentan en nuestro camino, doble damos importancia de más, probablemente pasaremos más tiempo del necesario atendiendo esa situación, lo que significa que desatenderemos las demás situaciones.
Todo se basa en un equilibrio, en una distribución equitativa de las emociones, no se trata de reprimir, se trata de tener la entereza y la claridad para dar a cada quien y a cada cosa su justo lugar.
Dejar los apegos, superar las situaciones, aprender a sobrellevar las dificultades, entender que ocuparse es mucho más satisfactorio que preocuparse constantemente, derivará en un mayor disfrute y plenitud en la vida.