Ha pasado mucho tiempo… y aún te extraño
Mi verdad básica es que todo tiempo es un ahora en expansión.
Severo Ochoa
El tiempo transcurre desmedidamente, los días pasan, las estaciones cambian, las vacaciones llegan, y la rutina vuelve a tomar un rumbo en nuestra vida. Ya hice todo lo que pude humanamente para superar esta ruptura. Me siento mejor ahora, soy mejor persona, estoy en mayor disposición de recibir y también de dar, pero siento que aún me hace falta.
Lastimosamente no tenemos una especie de chip que active o desactive nuestras emociones, no podemos sencillamente borrar de nuestra memoria los recuerdos vividos y los que quedaron pendientes; está bien experimentar el proceso de la separación y el desacostumbrarse cada quien en su justa medida ¿Pero qué ocurre si aún tenemos ese sentimiento de distancia, de abandono, de nostalgia por esa persona que ya no forma parte de nuestra vida? Lo mejor es que no pasa nada.
No es problema recordar a alguien que compartió nuestra existencia, nuestros ratos, nuestros sueños y desengaños temporalmente; no estamos obligados a eliminar las emociones que podamos sentir al recordar, al contrario, es parte de ser humano, de sentir, de experimentar, de la sensibilidad de nuestra alma.
Sin embargo, es importante tener un sutil control con no identificarnos con emociones pasadas, especialmente si nos causan dolor, tristeza o inconformidad por algo que sentimos quedó pendiente. Cuando vivimos una ruptura y por ende una separación, debemos entender que es algo que vamos a asumir en lo que nos resta de existencia, pues aunque por algún motivo nos unamos nuevamente a ese alguien, la ruptura jamás habrá dejado de ser, ya la habremos experimentado y sentiremos la misma sensación al pasar del tiempo, aunque ya el dolor no será el mismo.
Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo.
Incluso aquel que nada tiene, lo posee.
Baltasar Gracián
Si logré superar materialmente la ruptura, si puedo llevar mi vida con tranquilidad y estabilidad emocional, si puedo continuar haciendo las cosas que normalmente hago, por deber, gusto u obligación, y de cuando en cuando llega un recuerdo a mi mente y se dibuja en mi rostro una sonrisa o la mirada baja de decepción, no es malo, debo experimentarlo y dejarlo ir, sin mayor conflicto. La situación alerta cuando el recuerdo llega constantemente y genera un desequilibrio en mí y en lo que estoy haciendo en ese momento; comienzan los cuestionamientos, las dudas, la impotencia, la tristeza y el desengaño y se repite la historia nuevamente en nuestra mente.
Es importante darse cuenta cuando el recuerdo que nos llega de lo vivido no tiene un buen camino, no es de una buena procedencia, sino que se ha convertido en una nueva manera de torturarnos y auto compadecernos; este pensamiento es una parte de la ruptura, que es necesario experimentar, pero si al pasar del tiempo aún seguimos identificados con el dolor que nos generó ese instante y lo revivimos una y otra vez, debemos alertarnos ante el hecho de que hay una etapa que requiere ser cerrada lo antes posible.
Tomaremos nuestro propio tiempo es cierto, ajustaremos esta etapa a la capacidad que tiene cada quien de manejar sus pensamientos, pero es indispensable generar esa alerta interna de que esta acción de recuerdo-sufrimiento no me hace bien, debo cambiarla, debo dejarla ir…
Tropezarnos y caer será un proceso de nuestra existencia que se repetirá, en algunos muchas veces, en otros pocas, pero todos experimentamos el dolor en alguna medida en nuestra vida, la ruptura es solo una manera más de enfrentarnos a nosotros mismos y a nuestros temores.
La manera como logremos avanzar y dejar esa situación atrás, será siempre decisión de cada quien, no importa que nos digan o que ejemplos nos pongan, siempre seremos los últimos en decidir qué tanto y cuánto tiempo sufrimos por ello.
Sea cual sea el camino que tomes y la distancia que elijas, está siempre en disposición de generar esa alerta interior que te indica que hay algo que ya no debe pasar más, confía, deja que tu razón actúe por encima de cualquier sensación o emoción que estés experimentando, que inevitablemente escucharás esa vocecita que te estará indicando cuál es el camino correcto.
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