RINCÓN del TIBET

El orgullo que sientes por ti no debe depender de tu éxito

el orgullo

El orgullo que sentimos hacia nosotros mismos, debe ser independiente de nuestros éxitos

El orgullo por nosotros mismos suele estar asociado con lo que logramos obtener, por nuestros éxitos, por alcanzar metas. Sin embargo, esta idea solo está asociada al ego, que vanidosamente necesita regocijarse son nuestros resultados positivos y culpabilizarse a sí mismo y a los demás por los resultados negativos.

El orgulloso que sentimos por de nosotros mismos debe estar sustentado en el amor propio, en nuestros esfuerzos para ser mejores cada día, en lo que podemos dar a otros para contribuir con su felicidad, el orgullo que debemos sentir, debe estar vinculado con la apreciación que encierra el simple hecho de estar acá y hacer lo mejor que podamos con nuestros recursos.

No debemos confundir el sentirnos orgullosos y el ser orgullosos, el primero está vinculado al amor, a la admiración, a la comprensión, mientras que el segundo, no es más que debilidad del ego expresada en separación del otro.

Si nos dejamos de sentir orgullosos hacia nosotros mismos cuando algo no nos resulta como lo esperamos, estamos practicando un falso orgullo, un falso amor, que depende más del resultado que de los esfuerzos. Es como pensar que un niño merece mayor afecto cuando obtiene buenas calificaciones que cuando son deficientes.

El orgullo propio debe mantenerse intacto, aun cuando nos equivoquemos, aun cuando notemos que pudimos haber hecho las cosas de una manera diferente y obtener un resultado distinto. Amarnos y sentirnos satisfechos con lo que somos, es lo que no hace dirigirnos en la dirección correcta, sin alimentarnos de pensamientos derrotistas, sin dejar que nuestra imagen se nos caiga delante de nosotros mismos.

El hecho de encontrarnos acá, en una vida que puede no mostrarnos su mejor cara algunas veces, de caer y levantarnos, de sonreír cuando queremos llorar, o de sencillamente aceptar aquello que no está a nuestro alcance modificar, debe hacernos sentir orgullosos.

Debemos darnos nuestro lugar en el mundo, por nosotros mismos y por quienes nos rodean, mientras más amor nos demos, más amor vamos a recibir, mientras más nos valoremos, más lejano estará que alguien nos desvalore o bien que eso nos afecte.

Sentirnos merecedores, no por los éxitos, sino por el simple hecho de ser, de estar, es lo que marcará la diferencia entre amarnos realmente y vivir en una ficción, donde es el ego quien lleva el control.

Somos más de lo que vemos, mientras mayor consciencia tomemos de esto, más sencillo se hará tomar el control de nuestra vida, alimentarnos positivamente y esperar siempre lo mejor, especialmente de nosotros mismos.

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