La actitud con la vemos la vida, cómo interpretamos cualquier cosa que nos ocurra y cómo integramos cada elemento a lo que somos es lo que realmente marca la diferencia en todo lo que representa nuestra experiencia vital.
A veces nos preocupamos por cosas que no aportan mucho valor, pero que en nuestra mente van a marcar la diferencia. Otras veces esas cosas en las cuales fijamos nuestra atención sí representan granes avances u oportunidades que podemos llamar de oro y simplemente nuestra manera de integrarlo a nuestra vida, hace que no nos produzca un gran aporte o al menos un cambio.
Porque lo que realmente determina cómo nos va, qué obtenemos, las personas que atraemos y si tenemos o no la capacidad de disfrutar la vida en lugar de padecerla, no es otra cosa que nuestra actitud.
Una buena actitud abre puertas que parecen inexistentes, aleja los problemas de nuestras vidas o al menos los hace ver más llevaderos, sin aportarle un absoluto protagonismo. Una buena actitud es la manera más inteligente que tenemos de ir por la vida, la que nos va a garantizar los mejores resultados posibles.
Actitudes inadecuadas
El pesimismo
El pesimismo es sin duda una actitud inadecuada, es una forma de decirle a la vida que nos dé de lo peor que tenga disponible, porque estamos mentalizados para recibir exactamente eso. EL pesimista siempre ve un problema en todas partes, algo que le moleste, el escenario en donde las cosas salen mal y en donde jamás la respuesta es oportuna, adecuada o incluso existente.
A veces rodearnos con personas pesimistas nos puede contagiar un poquito, pero si sabemos ser luz, seremos capaces de alumbrar un tanto la vida de quien siempre espera lo peor que le puede proveer la vida.
Un optimismo artificial
Ahora con el tema de no importa qué pase, sonríe, muchas veces logramos un efecto contraproducente, porque no somos realmente personas que están reaccionando positivamente, sino personas que están escondiendo sus emociones y no están haciendo algo de fondo por generar resultados diferentes.
Podemos sentirnos mal, es válido, somos humanos y tenemos muchas emociones por las cuales podemos pasearnos. Lo más importante es que sepamos retornar un estado en el que nos sintamos bien y que no nos estanquemos durante mucho tiempo en aquellas emociones que nos hacen ver la vida en tonos grises.
La vida es multicolor
Efectivamente la vida es de todos los colores, incluyendo esos grises, incluso el negro. Pero debemos hacernos la propuesta de procurar que nuestro estado emocional y lo que irradiamos al universo sea a colores, de los más brillantes, de los más vibrantes. Porque es de esta manera que vamos a poder crear experiencias magníficas, cada vez mejores, acercándonos cada vez más a nuestros sueños, a lo que queremos vivir, pero disfrutando cada detalle del camino, que a fin de cuentas también es nuestra creación.
Llévate el ejercicio de encontrar algo positivo en cualquier problema que consideras que tienes en este momento. Cuando tomamos el hábito de rescatar lo positivo en todo lo que vivimos, comenzamos a conectarnos con algo diferente. Sabemos que hay una situación que debemos resolver, pero encontramos la ganancia y le sacamos el mayor provecho posible a cada experiencia.
Aprendamos a ver los milagros en cada detalle, cada día, hay miles de bendiciones tocándonos a diario y el reconocerlas nos permite sintonizar con ese bienestar que solo podemos sentir cuando sabemos que todo está bien, que todo es perfecto tal y como está ocurriendo y que esta vida nos ofrece mil maneras de disfrutarla… ¡Aprovechemos esta experiencia al máximo con lo que realmente importa, una muy buena actitud ante la vida!
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet