Carta de quien me cuida desde el cielo
Cómo quisiera creer fielmente que tú luego de tu partida, sigues aquí conmigo, que de alguna manera me cuidas, que de alguna forma celebras mis aciertos y me consuelas en mis tristezas… Ciertamente no puedo asegurar tu presencia, pero me gustaría que tus palabras fuesen algo como esto:
No lamentes ya mi ausencia, estoy tan cerca de ti, incluso mucho más que antes. Desde que estoy aqui te presiento, sé exactamente cuándo me necesitas, no tienes que decirme nada para saber qué es lo que aprieta tu corazón.
Sé que a veces sientes que me he ido para siempre, pero a su vez noto cuando mi presencia se hace para ti evidente, intentas hacer que no ocurre nada y a mí me encantaría poder gritarte: “¡estoy aquí!”, solo siénteme, coloca tu mano en tu corazón y en cada latido tuyo sentirás algo de mi vida en ti.
No es necesario que vayas a ese lugar donde están los restos de lo que una vez fue mi cuerpo, desde que me fui ya no estoy allí… Tampoco creas que me he quedado a “penar” entre los “vivos”, como un alma perdida. Nada es tan concreto como creemos cuando estamos en ese cuerpo, puedo ir y venir… Mi alma viaja, ligera, sin retardo, por eso siempre estoy cuando más lo necesitas, pero en paralelo sigo mi camino.
Sé que la muerte te inspira algo de miedo, pues debo confesar, que aunque nunca te lo dije, a mí también me atemorizaba, pero ese miedo es el que muere al abandonar ese cuerpo y te das cuenta de que estás más vivo que nunca, que acabas de terminar una experiencia de muchas y lo que realmente nos engrandece es el amor que dejamos a nuestro paso. Es el amor lo que de alguna manera nos mantiene presentes con ustedes y nos permite llegar a estar allí una y otra vez, para susurrarles al oído que todo estará bien, para mostrarles un hermoso amanecer, para hacerles oír una canción que nos haga tocar sus corazones.
No hay nada que temer, la vida es eterna y continuada y al final todos nos mantenemos unidos por amor, mi pacto contigo no se desvaneció, sigo acá, solo me he adelantado un poco. Quiero que vivas desde lo que dicte tu corazón, que tu felicidad sea tu prioridad y que evites que la tristeza te robe momentos de vida, no prolongues nada en tu vida que apague tu sonrisa, esta experiencia es un milagro, un milagro de amor.
El amor es vida, el amor nos mantiene unidos, a través del amor estoy presente en ti. Desde que me fui eres parte de mí y yo soy parte de ti.
Por: Sara Espejo – Rincón del TIbet