Aprender es un regalo, incluso cuando el dolor sea el maestro
Sin dudas podemos aprender por vías que no tengan involucrado algún tipo de dolor, pero todo lo que nos presente algún tipo de contraste, tiene la particularidad de ofrecernos una lección que nos costará olvidar.
A lo largo de la vida podemos tener muchos maestros… Cada persona que forma parte de nuestras vidas, cada lugar con sus particularidades, cada camino que tomamos nos ofrece una enseñanza… El dolor no se desliga de esta condición. Es él mismo el que nos muestra de manera cercana la cara de la pérdida, de la traición, de la ausencia, de la rabia, de la envidia, de la muerte, del duelo, del abuso… El dolor nos permite sentir lo que no quisiéramos tener en nuestras vidas.
Pero a través de él podemos tomar las más intensas lecciones. El dolor nos enseña a valorar lo que tenemos, a apreciar la vida, a decir sí o no de manera oportuna, a alejarnos de lo que nos daña, a amarnos a nosotros mismos, a dar la cara por quienes amamos, a cambiar nuestra perspectiva de vida… El dolor siempre marca un antes y un después y si no permitimos que nuestro ego se apodere de la situación, seguramente el después será un nosotros fortalecido, quizás con heridas que cuidar y sanar, pero con una visión diferente de las cosas.
Que los cambios sean para bien
Hay algunos que utilizan el dolor como excusa para tapar sus miedos, para no arriesgarse nuevamente. Sí, a nadie le gusta sentir dolor, pero podemos verlo como parte integral de la vida. Ninguno en sano juicio está exento de dolor, atravesaremos a lo largo de nuestro recorrido muchas experiencias que nos harán quebrarnos por al menos un momento. Y lo más importante siempre será ser capaces de apreciar cómo nos reponemos, incluso cuando pensamos que nunca más reinarían las fuerzas en nosotros para poder hacerlo.
Si algo o alguien te causó dolor, no lo mires con rabia o con desprecio, por el contrario, siente agradecimiento por lo ocurrido, porque esa experiencia te ha ayudado a crecer, a ser más fuerte, a distinguir qué vale la pena y qué no… Una decepción resulta a veces un favor, por el simple hecho de mostrarnos el camino hacia la salida de una situación en la cual no nos convenía estar.
Sin embargo, a veces somos tan controladores, que no le damos cabida al universo de darnos una mano y solo con el paso del tiempo es que quizás somos capaces de apreciar e inclusive agradecer lo que en algún momento dolió.
Solo tú puedes decidir en quien te conviertes, usa tu dolor para ser una mejor persona, para aprender y para crecer. Jamás permitas que nada, ni nadie te lleve a convertirte en algo que no forma parte de tu esencia.
Por: Sara Espejo